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Entrevista al Dr. Jorge Carvajal
Médico Cirujano de la Universidad de Andalucía, España
Pionero de la Medicina Bioenergética |
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, Colombia.
Ha sido profesor en la Universidad de San Martín, en la
Universidad CES de Medellín y en la Universidad Nacional de
Bogotá. Especializado
en Bioenergética y creador de la Medicina Sintergética,
en su clínica de El Plantío (Madrid) cuenta
con un extraordinario equipo de especialistas médicos. En ese
centro emplean novedosas técnicas de diagnóstico y
tratamiento.
La Salud y Las Emociones
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¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?
R.- El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende.
En
realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la
resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra
personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.
¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?
R.-
Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de conciencia emocional.
Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas.
El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el
común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy
tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al
riñón, a las glándulas suprarrenales, a los
huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.
¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?
R.-
De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar.
Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que
reconocer cuáles son tus límites y superarlos porque si
no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.
¿Cómo nos afecta la ira?
R.-
La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te
lleva a la autoafirmació n, a la búsqueda de tu
territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la
ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se
vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el
sistema inmunológico.
¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?
R.-
La alegría es la más bella de las emociones porque es la
emoción de la inocencia, del corazón, y es la más
sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de
tristeza con alegría escribe poemas. La alegría con miedo
nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.
¿La alegría suaviza el ánimo?
R.-
Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque
nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al
resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un
sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.
¿Y la tristeza?
R.-
La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión
cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede
ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar
el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio
aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.
¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?
R.-
Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y
ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas
para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.
¡Qué difícil!
R.- Sí, es muy difícil.
Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es
ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por
exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también
existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor
tóxico, destructivo.
¿Cómo prevenir la enfermedad?
R.-
Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando
salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni
que atacarla, porque seremos salud.
¿Y si aparece la enfermedad?
R.-
Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También
enfermó Krishnamurti de un cáncer de páncreas y no
era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa
espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que
creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos
maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz,
tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en
tu vida. Cada vez más personas sufren ansiedad. La ansiedad es
un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el
estómago, una sensación de falta de aire. Es un
vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de
buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos,
cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez
de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos
convertimos en nuestra propia compañía, vamos a
experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y
posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el
vacío aumenta.
¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?
R.-
La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o buscando un príncipe azul afuera.
La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres
y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo
que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el
"debería ser", y no somos ni lo uno ni lo otro.
El estrés es otro de los males de nuestra época. El
estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto,
quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía,
de que quiero imitar. Y realmente sólo se puede competir cuando
decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser
único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie.
El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico.
Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar
alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una
oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.
¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?
R.-
La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar
20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es
tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar
interior, al ser interior.
Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos
antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el
tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana,
cuando estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a
recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.
¿Qué es para usted la felicidad?
R.-
Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos
para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es
integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser
felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en
nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que
trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices
cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida
cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a
nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con
nuestra conciencia.
Vivir el Presente.
¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?
R.-
Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de
futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que
la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con
la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del
mundo de la confusión.
¿Tan confundidos estamos, en su opinión?
R.-
Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que
somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la
vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la
vida es el placer; pero a más placer no hay más
felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo
mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer. La
tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de
vivir.
¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?
R.-
El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora.
El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor
todo está vivo, como un río que se renueva a sí
mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena.
En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay
miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque
vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la
armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con
la debilidad, pero el amor no es débil. Nos debilita cuando
entendemos que alguien a quien amamos no nos ama.
Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos
por amor, que nuestras catástrofes son por amor. Pero no es por
amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego, eso que
llamamos habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la
cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende
del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a
alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero
amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre
conduce a la libertad. Pero a veces nos sentimos atados a un amor. Si
el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y
cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya
te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura chispa.
Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del
verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el
fuego. Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.
¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?
R.-
Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que ser como
la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni
más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es
el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar,
porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y
considérate. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a
nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a
encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja;
eso es indigno de ti. La clave entonces es amarse a sí mismo. Y
al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios,
ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás
condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos
no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de
transformación permanente.
Fuente: Curación del Alma |
mayo de 2010
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