La Hechicera
de los Sueños quiere montar un stand up comedy.
Anécdotas, tiene miles. Como aquella del señor que
llegó a su consulta con una caja de cenizas en la mano y le
dijo:
"¡Vine a preguntarle si esta señora me
engañaba!". Como la de los policías de la Disip que
tocaron a su puerta e insistieron en llevarla presa por haber
consultado a los militares de la plaza Francia, en Altamira. Como la
del cantante venezolano Carlos Baute, quien se acercó a su
consulta para saber si debía mudarse o no a España y ella
le respondió:
'¿Qué haces aquí que no te
has ido?'. O como aquella del hombre que la llamó por
teléfono y le advirtió con voz ronca:
"Estoy aquí
en la cárcel, ¿me puedes consultar?".
Historias que, claro, se han multiplicado por diez desde que Alejandra
Aristiguieta decidió dar el gran salto a la pantalla chica y
convertirse en La hechicera de los astros, el personaje que asume de
lunes a viernes, de 7:00 a 8:00 de la mañana, en Canal i.
Mediática ya era, a decir verdad. Había adivinado el
futuro en el programa radial El monstruo de la mañana,
leído barajas españolas en Macho y no mucho, inventado el
tarot erótico en Urbe Bikini y hasta formado parte de la
línea esotérica de Adriana Azzi y Walter Mercado.
Pero a
pesar de que las cartas del tarot se empeñaban en revelarle
desde hacía cinco años que su futuro estaba en la
televisión, es apenas ahora cuando comienza a hechizar
audiencias.
"Yo había hecho un casting en Venevisión hace
cinco años, pero cuando llegó la hora me dijeron: 'Es
verdad, quedaste seleccionada, pero tenemos que montarte tetas!",
cuenta. "Después me ofrecieron hacer una lectura de cartas en
PumaTV y vino el cierre del canal. Hasta que se dio la oportunidad de
hacer La hechicera...".
Lo que nunca pensó Alejandra
Aristiguieta, primero
hare khrisna, luego estudiosa del
budismo y ahora
investigadora de la
cábala, amén de tarotista y oveja
rebelde de una de las familias más conservadoras del patio, es
que no estaba preparada para el estrellato.
"Fue muy fuerte", hace
recuento de lo que le sucedió.
"Yo no soy modelo ni actriz, lo
que soy es tarotista, y de repente todo el mundo comenzó a
decirme que si tenía que arreglarme el cabello, que si
tenía que colocar las cartas de una manera especial, que mirara
a la cámara. Me decían: '¡Ríete,
Alejandra!'. Y yo respondía: '¡Yo no me río!'. No
lo hago porque sino no puedo hacerle seguimiento a la lectura de las
cartas. Así que empecé a somatizar y hasta perdí
la voz. ¡Quedé muda! Entonces pensé que a lo mejor
tenía miedo a expresarme".
¿Qué hizo? No fue a ver
al psicólogo, no. Tampoco visitó a una tarotista. Ni
siquiera consultó a sus mentores espirituales. Esta mujeraza, de
escasos cincuenta kilos, ex policía de tránsito de Chacao
y ex petejota instruida por los parasicólogos Lilian Rojas y
David Rondón para seguir la pista a personas desaparecidas, se
fue visitar a Homer, su peluquero, y le dijo:
'¡Móchame el
cabello!'. Del resto se encargó el equipo de producción.
Aceptó que le amarraran un foulard en el torso, dejó al
aire algunos de sus catorce tatuajes, y jura haberse liberado de todo
el peso.
"Yo estoy casi desnuda", dice. "Digamos que casi soy como un
animalito de monte. Y mi estética es la de Madonna. O la de la
protagonista de Terminator (Linda Hamilton). Y me encantan mis
tatuajes: adelante tengo un loto y en la parte de atrás llevo el
666, osea, como el ángel y el demonio, el yin y el yan, en mi
cuerpo".
Ni falta que le hace consultar los números del rating
para saber que ha logrado hipnotizar al público.
"A mí me
reconocen poco, porque salgo a la calle con mi cara lavada. Pero
sí me han sucedido algunas cosas interesantes", dice antes de
agregar anécdotas al rosario. Como la vez que fue a llevar a su
suegro a la clínica y le informaron que no habían cuartos
privados... hasta que una enfermera la reconoció y se las
arregló para encontrarle uno. O como cuando se le acercó
un chico especial y le preguntó si podía conocerla.
"Hace
mucho tiempo cuando me preguntaban en un banco cuál era mi
profesión yo decía: 'Soy comerciante'. Ahora digo: 'Soy
tarotista'. Para mí La hechicera es una oportunidad que se me ha
brindado para dar todo lo que tengo. Si me llaman para hacer unas fotos
con niños especiales, las hago con todo placer. Si me llaman
para imponer las manos a alguien que necesita ayuda para morir, con
todo el cariño", agrega Aristiguieta, quien jura que a pesar de
la fama no ha subido la tarifa de su consulta.
"Son 180
bolívares fuertes y regalo tres preguntas vía
telefónicas", dice. Pero lo que quiere ahora es subirse a la
tarima y montar su propio stand up comedy.
"Yo tengo muchísimas
cosas que contar, porque aquí vienen cientos de mujeres a
revelarme sus rollos sentimentales. Pero no quiero que se parezca al
monólogo de Luis Fernández. Claro que tendríamos
puntos en común. Pero tengo que hablar con Carlos Sicilia a ver
qué me dice".
Fuente: Simón Villamizar -
EL UNIVERSAL Caracas, Venezuela
octubre de 2008
rev. dig. UNIVERSO
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