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LOS ARQUETIPOS EN EL TAROT A TRAVÉS DE LOS CUENTOS INFANTILES
Por astr. Rosa Pezzuti - La Palma, Islas Canarias
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Desde
muy temprana edad nos vemos sumergidos en el vasto mundo de los
arquetipos aunque, claro está, de forma inconsciente como
una buena parte del aprendizaje a lo largo de nuestras vidas. Se nos
inculcan valores come el bien y el mal, camuflados o embellecidos, en
los cuentos de la infancia, es menester tener presente que muchos de
ellos han sido adulterados ¿con el pretexto de mejorarlos?
Se nos habla en forma de códigos que sólo nuestra mente
más profunda es capaz de interpretar, guardados en un
rincón para ser utilizados. Pero la historia no acaba
ahí, los relatos infantiles, y no tan infantiles, se esmeran en
colocarnos mensajes, que sean o no un aprendizaje dependerá por
una parte de nuestra personalidad consciente y por otra de cómo
es captado por nuestro inconsciente. ¿Quién no tiene
referencia del relato de “Érase una vez un lobo
feroz…” (ni tanto, es más, creo que fue la victima
del cuento, pero esta es otra historia) que termina muerto y la
Caperucita y la abuela viven felices y comen perdices?
Estos
arquetipos del bien contra el mal, de la bondad, representada por
Caperucita, de la inocencia, son bien evidentes, aunque hay otros que
no lo son tanto; como el de víctima, que son roles
representados, de igual manera, tanto por Caperucita como por la
abuela; el de héroe, que lo identificamos en el leñador
que termina matando al lobo. ¿Y el lobo?, ¿Se acuerdan
del simpaticón ese que desvía a la niña del buen
camino del aprendizaje? Pues nada, está encarnado como el malo
del cuento, el arquetipo de la maldad. Como podemos, ver los arquetipos
son parte de nuestro inconsciente colectivo, como bien lo
definió el psicoanalista Carl Jung; para él,
éstos constituyen una parte importante de nuestro ser, que si lo
permitimos pueden evidenciar los patrones de comportamiento que
están guardados en el inconsciente.
Debemos pensar que existen numerosos arquetipos, y que convivimos
diariamente con ellos, al igual que personalidades o caracteres.
Podemos también pensar en ellos como un medidor
psicológico de nuestro estado emocional, en la medida que nos
reconozcamos como la víctima del cuento o como el héroe
capaz de grandes proezas, no olvidemos que el leñador saca
milagrosamente a la Caperucita y a la dulce viejecita sanas y salvas de
la barriga del lobo. Podemos entender en qué etapa de nuestras
vidas nos encontramos, éstos pueden llegar a ser un potente
indicador de las actitudes y de los sentimientos más
íntimos, así como de las creencias que uno tiene de
sí mismo.
Es justamente aquí donde el Tarot entra en escena con los 22
Arcanos Mayores, con su simbología arquetípica puede
ayudarnos a encontrar en qué áreas de nuestras
vidas se siente uno estancado y con qué papel se identifica, nos
brinda esa clave psicológica para adentrarnos en la sombra, que
no es más que esa parte de nosotros que nos negamos a ver. Quien
elige no observarse a sí mismo es por la falsa imagen que se
proyecta al no despojarnos de los arquetipos negativos. Cuando nos
empeñamos en representar el papel con el que nos identificamos
sin tomar plenamente conciencia de en qué nos beneficia o en
qué nos perjudica, dejamos o perdemos gran parte de nuestra
creatividad.
Si volvemos la mirada sólo un poco hacia atrás, al
cuento, podemos encontrar, con facilidad, el arquetipo de nuestra
Caperucita, representado en el Arcano El Loco, donde vemos a nuestro
niño interior que sale al camino de la vida sin malicia y sin
miedo; al inocente que no tiene conciencia de los posibles
obstáculos que pueda encontrar. Una de sus claves podría
ser preguntarnos ¿Qué es lo que busco?
¿Hacia dónde me llevan mis pasos? Pero como hemos visto,
lo podemos estudiar desde la otra cara de la moneda, en la de la
víctima, en el arcano El Colgado. ¿Qué clave
psicológica me muestra este arcano? ¿Por qué no me
siento capaz de avanzar? ¿A qué le temo?
¿Cuáles son mis trabas interiores? ¿Me siento una
víctima de las circunstancias?
La abuelita nos invita a pensar en la sabiduría de los
ancestros; ella es devorada, igual que Caperucita, por el lobo,
privándole de la posibilidad de transmitir las
enseñanzas. Los podemos, en este caso, encontrar representados
por un lado por el arcano La Papisa, que hace referencia a un
personaje femenino de elevada talla espiritual, una guía y por
el arcano El Ermitaño, la linterna que lleva en sus manos puede
ser considerada como un símbolo de sabiduría, esta luz
podría ser un conocimiento secreto, reservado a los iniciados o,
por el contrario, una fuente de conocimiento para quienes la
están buscando.
¿Y por qué no ver en el arquetipo del héroe,
representado por el leñador, el arcano La Fuerza, el hombre que
domina al león? En su simbología se remite al
leñador que domina al lobo feroz, su clave para la
comprensión está en entender que podemos dominar nuestros
instintos inconscientes, que como seres humanos somos capaces de
imponernos a ellos y dominándolos, lanzarnos en pos de grandes
proezas, como el héroe, representado aquí por el
leñador, se impone, alegóricamente, a sus miedos,
quizás a su cobardía y los supera, con creces, logrando
su cometido, en este caso, salvando a las dos mujeres. La
comprensión nos lleva a la pregunta: ¿Estoy manejando
bien mis instintos? ¿Soy capaz de domar a mi león
interior?
Otro
cuento clásico, que está muy de moda en sus nuevas
versiones para las jovencitas, es el de Cenicienta, ella representa el
arquetipo del amor, claro, también aquí, pura e inocente.
No estamos hablando del amor terrenal, sino de algo más
cándido; mientras que el padre representa el aspecto negativo
del arquetipo del sirviente, recordemos que no fue capaz de enfrentarse
a lo que sabe que está mal, mientras que las hermanas
encarnan esos aspectos negativos de la personalidad, tales como
la envidia, los celos y, porque no decirlo, la fealdad. Aquí, de
forma rápida, es preciso hacer notar que, originalmente, las
hermanastras no eran feas, al menos en el cuento original de los
hermanos Grimm.
El hada madrina es uno de los arquetipos que podemos ver a simple vista
en el Tarot, empezando por el nombre que es bastante sugestivo, El Mago
y, seguidamente, por lo que su interpretación nos revela, esa
habilidad de transformar los objetos a su disposición en algo
mágico, en este caso para ayudar a Cenicienta a acudir al baile
y encontrar su destino, el príncipe azul. La tarea de dar una
clave, aquí, a nuestro destino o príncipe azul no
es nada fácil ¿es azul por el traje o porque pertenece a
la realeza? No tiene importancia descifrarlo ahora, digo que como
arquetipo puede que sea algo que salta a la vista, y que lo podamos
identificar en el arcano El Carro, por ejemplo, como el joven que va
hacia la conquista, orgulloso de sí mismo, conquistador, pero su
clave es otro cuento, perdón es otra cuestión. ¿Al
identificarnos como el príncipe somos capaces de estar a la
altura de las expectativas de los otros o de nosotros mismos?, bien
podría ser esta la clave para la comprensión de su
simbología.
Ciertamente, ser príncipe en estos tiempos no debe ser nada
fácil, y si se espera de él que cumpla con el final de la
historia, ‘… vivieron felices’, hasta el final, creo
que más de uno abdicaría. ¿Y en qué
simbología arquetípica del Tarot queda reflejada la bella
Cenicienta, después de pasar tanto trabajo para ir al encuentro
de su destino? No se me ocurre otra más apropiada que en el
arcano El Enamorado, en él vemos representando el inicio de la
vida social. Su compresión nos incitaría a preguntarnos:
¿Estoy haciendo lo que me gusta? ¿Qué lugar ocupa
el amor en mi vida? ¿Estoy atrapada en una relación
conflictiva? Cuántas de nosotras añoran de forma secreta
ser rescatadas por un príncipe azul.
Si para el hada madrina hemos identificado en el Tarot uno de los
arquetipos de los más agradables tanto por su aspecto visual
como por lo que nos induce a pensar, no puedo garantizar que ocurra lo
mismo con el arcano El Diablo, para la odiosa madrastra y su prole.
Este arcano nos remite a la sombra, a ese lado oscuro que no somos
capaces de ver o que nos cuesta admitir, ya sea por lo oscuro que
pueden llegar a parecernos nuestros pensamientos o porque hacemos de
todo por aparentar lo que no somos. Alguna de sus claves
podría ser el preguntarnos ¿Qué barreras o que
límites estoy dispuesto a traspasar con tal de conseguir mis
deseos materiales? ¿Estoy actuando sólo por codicia?
¿Estoy siendo del todo honesto?
Las posibilidades en la búsqueda de la comprensión
psicológica nos lleva a terrenos muy pantanosos por así
decirlo, dado sus interminables escondrijos, no es nada fácil
sacarlos a la luz, ni para quienes llevan años en el camino del
psicoanálisis, me atrevo a decir.
Sólo podemos confiar de estar en el camino más certero o
acertado para quienes buscamos una posible, cada vez mayor,
identificación y, por consiguiente, interpretación de los
arquetipos en el Tarot. A través del Tarot la visión de
los arquetipos nos ofrece un enfoque de los asuntos vitales en su
conjunto, es como tener una rendija por donde poder observar el
interior, mas no en su totalidad, sólo un trabajo concienzudo
nos dará las ilimitadas alternativas para el desarrollo y
mejor utilización en su forma más positiva del arquetipo.
Una gran parte de los seres humanos tardamos un tiempo valioso en
comprobar que, para bien o para mal, estamos desempeñando un
papel, puede que el de la víctima, el del héroe, el
de la persona de éxito, el de la madre abnegada. Una vez
que nos hacemos conscientes de nuestros arquetipos, podemos, ya de
forma totalmente consciente, hacer la corrección oportuna,
si es el caso, o elegir de qué manera deseamos responder a los
eventos de la vida.
No estaría mal preguntarnos qué mitos o qué cuentos forman parte de nuestro sistema de creencias.
Y este cuento se acabó
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abril de 2012
Rev. Dig. UNIVERSO Nueva Era
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