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LA GUERRA DE LOS BRUJOS
Por astr. Rosa Pezzuti - La Palma, Islas Canarias
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Gracias
a la reciente desclasificación de una parte de los documentos
secretos británicos relativos a la II Guerra Mundial, guardados
en el National Archives de Kew (Londres), aquellos sobre los que no se
ha impuesto la losa del secretismo durante otros 75 años, se ha
permitido dar a conocer una importante faceta, hasta ahora poco
difundida de la guerra. Su lado ocultista.
Durante la II Guerra Mundial, más que en ningún otro
conflicto bélico anterior, se desarrolló una intensa
‘guerra paralela’ de poderes ocultistas. Brujería,
astrología, wicca, órdenes ocultistas, rituales
esotéricos ancestrales,... todo al más alto nivel, se
dieron cita en el campo de batalla más alucinante jamás
soñado. Y todo esto dentro de un marco histórico
perfectamente contrastable y sujeto aún a interesantes
descubrimientos futuros.
Se debe destacar que la II Guerra Mundial ‘paranormal’ dio
comienzo mucho antes de que se tiñeran de sangre los campos de
batalla de, prácticamente todo el mundo y la lucha
esotérica, como la batalla convencional, se produjo entre el
ocultismo germano y el anglosajón.
Todo ello fruto de un ambiente que se venía gestando desde
mediados del siglo anterior en los principales centros culturales del
mundo como París, Londres, Berlín, Barcelona, donde
proliferaban y bullían las sociedades teosóficas,
ocultistas, esotéricas, ....
El alcance de esta guerra ocultista, al menos en el bando
británico, llegó a movilizar importantes recursos tanto
humanos como materiales, llegándose incluso a pagar sumas
importantes, por parte del Gobierno británico de Winston
Churchill a astrólogos como Louis de Wohl o Aleister Crowley.
Sin embargo, los nazis llevaban la delantera de forma significativa con
su Sociedad Thule, sus investigaciones alquímicas y sus viajes
al Tibet con Ahnenerbe. El general Karl Hhaushofer patrocinó, en
los años 20, los experimentos alquímicos de Frank Tausend
para la transmutación de metales en oro, entre otras cosas; meta
de cualquier alquimista desde la más remota antigüedad.
Mientras públicamente los nazis perseguían a los
astrólogos, los más importantes jerarcas del
régimen los tenían entre sus más estrechos
colaboradores como Hitler, Hess o Himmler. Uno de los más
afamados fue el astrólogo suizo Karl Ernst Krafft quien fue
reclutado al predecir un atentado contra Hitler que tuvo lugar el 8 de
noviembre de 1939. Arrestado por la Gestapo y trasladado al cuartel
general de Berlín, fue capaz de convencer a sus interrogadores,
y muy bueno tuvo que ser, de la exactitud de sus predicciones
astrológicas. Fue puesto bajo el mando de Joseph Goebbels en el
Ministerio de Propaganda.
Tras el extraño vuelo de Hess a Escocia, Hitler desató la
caza de los astrólogos y ocultistas cercanos al régimen,
Krafft fue arrestado y enviado un año a un campo de
concentración; sin embargo, fue rehabilitado y encargado de
levantar las cartas de los altos oficiales aliados, entre ellas la de
Montgomery, de la que dijo que era más fuerte que la de su
contrincante Rommel y, efectivamente, meses después Montgomery
empezó a ganar la batalla del desierto.
Otro astrólogo influyente en la corte nazi, fue Erik Hanussen,
quien predijo fechas tan importantes como el incendio del Reichstag
(que le costó la vida al sentir Hitler que habían sido
puestos la descubierto sus planes), el propio ascenso de Hitler al
poder, o la Noche de los Cuchillos Largos, que acabó con la vida
de los opositores dentro del partido nazi.
Por
su parte, los británicos con Crowley a la cabeza, lanzaron una
gigantesca campaña de desinformación y de
desmoralización valiéndose de las cuartetas de
Nostradamus y de los medios editoriales de la Golden Dawn, fue el
conocido como Grupo Negro. Tanto fue así que incluso se
llegó a falsificar la prestigiosa revista astrológica
alemana Zenit con el fin de propagar noticias falsas sobre las
victorias alemanas. También se puso en marcha un mecanismo
ocultista para contrarrestar el poder solar de la svastica usada por
los nazis, el mudra en forma de ‘V,’ tan popularizada por
Winston Churchil durante la guerra, ideada por Aleister Crowley.
Para
los aliados fue tan importante la ‘guerra ocultista’ que
incluso se recluta y adscribe al astrólogo húngaro Louis
de Wohl, en la imagen, al PSYOP (Departamento de Guerra
Psicológica) del MI5, en 1940. Fue reclutado por el mayor
Gilbert Lennox debido a que hacía cartas natales a gente
importante y, a pesar de lo que dicen sus detractores, no debía
ser ningún charlatán, pues cobraba sus horóscopos
a 30 guineas (unos 800 libras actuales). A de Wohl se le asignó
un sueldo, el rango de capitán y una habitación en el
hotel Grosvenor House en Park Lane.
De las primeras iniciativas llevadas a cabo fue la de la célebre
ocultista británica Dion Fortune, autora del mejor libro de
texto sobre Magia, La Cábala Mística, quien, desde
octubre de 1939 y hasta octubre de 1942, organizó a
través de los miembros de la Fraternidad de la Luz Interior
sesiones semanales de visualización de ángeles guardianes
y espíritus protectores basadas en las técnicas de la
Golden Dawn de Crowley. Cada domingo por la mañana, de 12:15 a
12:30 se formaba el círculo de meditación sobre un
objetivo que había sido determinado previamente en una carta
enviada por Fortune a cada miembro, el miércoles anterior. Todo
este esfuerzo pudo ser el catalizador de su temprana muerte
recién acabada la guerra.
Este, no fue el único reconocimiento oficial de la importancia
de los astrólogos y ocultistas. Se da el caso que, a mediados de
junio de 1940, la Gran Bruja del Akelarre del Nuevo Bosque Dorothy
Clutterback convocó al akelarre para crear el Gran
Círculo Protector del que participaron brujas, brujos y druidas
a lo largo y ancho de las Islas Británicas, incluido el
considerado fundador de la Brujería Moderna Gerald Gardner. El
acto central tuvo lugar el 31 de julio de 1940 en la Piedra de Rufus en
el New Forest (Brockhurst), con la presencia de 17 brujas, este lugar
fue elegido por ser el mítico escenario de la muerte el 2 de
agosto de 1100 del rey Guillermo II. Y a los hechos me remito, Gran
Bretaña no fue invadida por las fuerzas del Eje, saquen ustedes
sus conclusiones.
Durante la Batalla de Inglaterra, de julio de 1940 a mayo de 1941, el
célebre brujo wicca y oficial de la inteligencia
británica Cecil H. Williamson (también fue el fundador
del primer Museo de Brujería en Gran Bretaña)
dirigió una ceremonia de protección en la que
participaron 40 pilotos canadienses de la RAF portando la llave de
Salomón.
Otro hecho no aclarado aún a día de hoy y que tuvo
importantes repercusiones en la guerra y en el que se vieron
involucrados seguidores de las artes esotéricas fue la
Operación Muérdago, ideada por Ian Fleming, creador del
personaje James Bond y en la que intervino el astrólogo y
ocultista Aleister Crowley y que tuvo como resultado el extraño
vuelo del vice-Führer Rudolph Hess el 11 de mayo de 1941 que le
llevó a aterrizar a las 23:00 en suelo escocés. Poco
después del aterrizaje Crowley recibió una llamada que le
informó: “El mar está en calma. El pájaro ha
aterrizado. Balder está de regreso del Inferno”.
Durante el verano de 1941 de Wohl fue enviado a Estados Unidos donde
participó en el Congreso Anual de la Federación Americana
de Astrólogos Científicos celebrado en Cleveland, siendo
presentado como el ‘moderno Nostradamus’.
Después de la guerra, la petición de ciudadanía
británica por parte de de Wohl fue aprobada en base a un
memorándum de su superior el mayor Lennox en el que éste
explicaba que: ‘de Wohl ha hecho más por la causa aliada
que la gran mayoría de sus hermanos extranjeros’.
El Information Research Department estuvo tras la persecución de
la medium británica Helen Duncan por revelar el hundimiento del
HMS Hood, del HMS Barham y del mercante alemán MV Wilhelm
Gustloff con la pérdida de 8000 vidas de civiles alemanes
(crimen de guerra aún no lo suficientemente aclarado y el mayor
desastre marítimo de la historia) y mantenidos en secretos por
el Almirantazgo Británico. De Helen Duncan, se puede
añadir que incluso llegó a aterrorizar al alto mando
aliado por sus conocimientos de planes secretos, lo que le llevó
a las mazmorras inglesas hasta el final de la guerra, acusada en virtud
de la Ley Antibrujería de 1735, fue la última bruja en
sufrir penas de prisión por brujería, aunque no la
última en ser juzgada por tales actos, honor que le cabe a Jane
Rebecca Yorke.
La ‘guerra mágica’, o el simbolismo mágico,
no terminó ahí. Tras el controvertido suceso del 11S, se
emplearon siete toneladas y media del acero de las Torres Gemelas para
construir el mayor acorazado de la flota estadounidense, el USS New
York que entró en servicio en noviembre de 2009, pero esta es
harina de otro costal. |
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abril de 2014
Rev. Dig. UNIVERSO Nueva Era
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