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Víctima de "LA ASTROLOGÍA"
Por José Antonio Marina |
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“Con frecuencia se identifica la razón con los desmanes
de la técnica y se la pone bajo sospecha”
Recibo un encargo del Instituto
Tecnológico de Monterrey, empeñado en un asombroso proyecto educativo, y vuelo a
la
Guadalajara de Jalisco. Mermelada & Benji se internacionaliza. Al regreso visito el fascinante
Museo Antropológico de México capital. Descarnado contraste entre la técnica
actual y la magia antigua. Con las imágenes de las mitologías solares aún
recientes, encuentro en la agencia un mensaje de Carlota Pérez, una lectora
intrigada por la moda de los videntes, horóscopos, cartomancia y otros negocios
basados en la credulidad.
A mí también me llama la atención la desmesurada
presencia de estos asuntos en los medios de comunicación. No es una exclusiva
española. En Francia hay diez mil astrólogos, más de cuarenta revistas de
astrología, algunas de gran tirada, y el diez por ciento de los franceses
confiesa haber acudido a alguna de las pintorescas consultas que desvelan el
porvenir. Un dato más: el 47% de las mujeres confían más en su
horóscopo que en la opinión de su pareja. El índice de fiabilidad masculina anda
pues por los suelos.
Los seres humanos siempre han querido predecir el futuro
con procedimientos muy variados. Les pondré un ejemplo poético y otro de
casquería. La 'capnomancia' adivina mediante el humo, es la técnica más
etérea. La 'alectomancia' presagia mediante la piedra que a veces el gallo tiene
en su hígado. ¿Cómo ha podido sobrevivir tantos siglos la astrología, que
debería llamarse 'astromancia', la predicción por los
astros? Parece un asteroide ancestral caído en un mundo modernísimo.
Los
políticos y la astrología
Georges Minois, autor de una Histoire de
I'avenir (Fayard) dice que
desde Nixon a Hassan II, de
Vincent Auriol a Antoine Pinay, los políticos
siguen consultando las cartas astrales. Nancy Reagan
introdujo a los astrólogos en la Casa Blanca, Mitterrand consultó a Elizabeth Teissier sobre la guerra del Golfo y el referéndum de Maastricht, el astrólogo Maurice
Vasset asesoró, al parecer, a De Gaulle de 1944 a 1969. Karl Ernst Krafft, autor de un voluminoso tratado de astrobiología, fue
el astrólogo semioficial de Himmler, aunque pronto
perdió su favor y acabó en un campo de concentración. En Wall Street hace estragos la
astrología financiera. Algunas consultorías utilizan los horóscopos para
seleccionar personal. En 1993, la Inspección de Trabajo francesa
dictaminó que no se podía excluir a una persona de un trabajo por ser
capricornio.
Tal vez estemos sufriendo una epidemia de irracionalidad. Con
frecuencia se identifica la razón con los desmanes de la técnica, y se la pone
bajo sospecha. Proliferan nuevas creencias que manejan el corazón entorpeciendo
la cabeza. Muchas veces nos juega una mala pasada nuestra escasa habilidad para
calcular probabilidades. Vemos coincidencias mágicas donde no las hay. Por
ejemplo, nos parece increíble que si hay 23 personas en una habitación la
probabilidad de que al menos dos cumplan años el mismo día, sea superior al 50%.
El refugio en la irracionalidad
Eduard Collot (psiquiatra) y
Daniel Kulth {astrofísico) han publicado Peut-on penser I'astrologie: science ou voyance?, donde describen la actitud de los que acuden a las
consultas. Allí se habla de ellos, se les convierte en protagonistas de una
novela, se les ofrece una pequeña fe sin grandes exigencias, salen sintiéndose
atendidos y reconfortados. Entran en funcionamiento los mecanismos de la
adicción psicológica. Collot advierte: «La astrología
puede convertirse en una herramienta terrible de manipulación. En este momento
tengo dos pacientes en tratamiento: al primero se le ha anunciado un
accidente seguido de parálisis, y el segundo no puede tomar una decisión sin
consultarlo con sus tres astrólogos. Todo método usado para ejercer presión
psicológica acaba en violencia psíquica».
Perder el sentido crítico es siempre
peligroso. La inteligencia es más amplia y poderosa que la razón, pero el uso
racional de la inteligencia, la búsqueda de evidencias debatidas, compartidas,
justificables, lúcidas, es imprescindible para una vida libre. La irracionalidad
esclaviza.
Fuente:
Elescepticodigital.com |
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