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EL ESPÍRITU:
ESE GRAN DESCONOCIDO…

Por Germán G. Bravo*
Caracas, Venezuela

Telef.
0212 383 4635– 0414 326 8504 germanbravo1948@hotmail.com
EL Espíritu es conocido por todos, pero desconocido por casi todos. No es una paradoja esta expresión, es una frase perfectamente inteligible. Veamos porque.
   
No existe cultura en el mundo que no haya hablado o hable de los espíritus. Asimismo no existe un ser humano que no haya oído hablar acerca de ellos y que, incluso, no tenga un concepto al respecto. Este es el sentido de que el Espíritu es conocido por todos.

Pero para tener una idea concreta de lo que realmente es el Espíritu, es indispensable tener un mínimo de conocimientos filosóficos, filológicos e históricos, entre otros; cosa a la que no todo el mundo tiene acceso, no por falta de intelección, sino por múltiples razones que por ahora no vienen al caso, pero sí hay que decir que existen intereses creados para que el hombre ignore las verdades trascendentales que a través de todos los tiempos se le ha dado a la humanidad.

De allí pues, que la concepción de Espíritu que posee el hombre común y muchísimos intelectuales, no se ajuste a la realidad, ya que para llegar a ella es necesario salirse del molde común de la enajenación y poner en práctica un gran esfuerzo volitivo para convertirse en investigador intelectual, libre de prejuicios. Esta es la razón por la cual el Espíritu es desconocido por casi todos. Bien, conozcamos, entonces, un poco a se gran desconocido.

La palabra Espíritu procede de las voces griegas Nous (inteligencia) y Pneuma (aire), las cuales eran utilizadas para designar una realidad distinta y superior a la realidad designada con el vocablo Psyché o Alma. Mientras el Alma es algo afectivo y emotivo, el Espíritu es algo intelectual, el principio pensante. Así pues, en tanto que Nous y Pneuma designan realidades que trascienden lo orgánico, son traducidos por Espíritu.

En la lengua latina encontramos el término Spiritus, que si bien, originalmente designa la idea de Soplo, Aliento o Exhalación, se ha usado con frecuencia para referirse a algo esencialmente inmaterial y dotado de razón.

Remontándonos un poco más en la antigüedad, encontramos que en una de las más antiguas de las culturas, la India, el término Átman que, al igual que el término latino Spiritus (Soplo o Aliento), es definido como “La Esencia primera de Brahman” (Brahman=Dios) (tomado de la obra: “Las Doctrinas Secretas de la India” de Fernando Tola).

Comúnmente, también se ha utilizado el término Espíritu para referirse a una realidad no material. Así, por ejemplo, se habla del “espíritu del pueblo”, “espíritu de trabajo”, espíritu de la ley”, etc., pero realmente es desde el punto de vista filosófico que este término adquiere su real significado y valor.

En efecto, el vocablo Espíritu es el objeto de la Filosofía y significa Ser, Substancia y, de manera más específica, Esencia Primera del Ser o Esencia Primera de la Substancia.

En el mundo occidental, a finales del siglo VII y a inicios del VI, a.n.e., aparecen en Grecia unos sabios que iniciaron investigaciones “científicas” a cerca de esta Substancia, a la cual denominaron Physis, cuyos resultados se constituyeron en el fundamento de todo el saber filosófico del mundo helénico, y cuyas huellas indelebles las podemos encontrar en los sistemas filosóficos de los más grandes pensadores de nuestros tiempos.

Los antiguos filósofos que realmente nos ofrecieron una doctrina profunda acerca del Espíritu fueron Anaxágoras, Sócrates, Platón y Plotino (este último nacido en Licópolis, Egipto, se radicó en Grecia pero, a los efectos filosóficos, es considerado como un griego)

La convicción que tenía Anaxágoras acerca del Espíritu es la siguiente: “El Nous (Espíritu) es el principio del movimiento, el principio del orden y el principio de animación e individuación de las cosas que constituyen el orden armónico del universo”; “El Espíritu es la Inteligencia ordenadora del mundo” (“Fragmentos de Anaxágoras”: Editorial Aguilar).

Sócrates y Platón (En “Fedro”, “Fedón” y libro IV de la “República”), nos brindan profundos conocimientos acerca del Espíritu, cuando tratan el Alma. Nos decían estos pensadores que “lo único Divino del Alma humana es el Espíritu”.

Plotino, en siglo III de nuestra Era, realizó una síntesis ecléctica de todo el saber de la India, de todo el saber de oriental, de Grecia, de Roma y de la Doctrina de Jesús de Nazareth. Este pensador nos ofrece una cosmovisión del mundo en función del Espíritu. Nos dice Plotino: “De lo Uno proceden todas las cosas; en primer lugar, el espíritu, luego el Alma y, finalmente, la Materia” (Porfirio: “Enéadas”).
El iniciador de nuestra Era, Jesús de Nazareth, también fundamento su doctrina en el Espíritu; así lo podemos lo podemos apreciar a lo largo de los cuatro Evangelios y en los escritos teológicos posteriores de sus seguidores. La esencia de la sabiduría de este singular hombre esta manifestada en el evangelio de Juan, Capítulo 04, Versículo 24, cuando taxativamente nos dice: “Dios es Espíritu…” Asimismo, también nos anunció el Reinado del Espíritu.

Tan fundamental y sagrado es el Espíritu para Jesús de Nazareth, que emitió una sentencia grave contra quienes denigran de él; oigamos que nos dice: “Por tanto os digo que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada” (Mateo, Cap. 12. Vers. 31. El apóstol San Juan, en su primera Epístola, Cap. 5, Vers. 6, nos dice: “El Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la Verdad”; y Pablo, en Cartas a Gálatas, Cap. 5, Vers. 22, señala: El fruto del Espíritu es Amor”.

Esta concepción de Espíritu, así como todo vestigio de conocimiento, fue tergiversada y mistificada en la Época  Medieval  por    los    doctores de la iglesia, quienes quemaron importantísimas bibliotecas para impedir la ilustración de los seres humanos y condenaron a la hoguera a todos aquellos pensadores que se opusieran a sus dogmas irracionales, produciendo de esta manera a un gran oscurantismo gnoseológico que alienó a una buena parte de la humanidad y que, precisamente, es lo que constituye la causa fundamental de que muchas personas  desconozcan al Espíritu en su real significación.

Para felicidad de la humanidad, en los siglos XV-XVI se produce un gran acontecimiento que devolvió la luz al mundo. Este acontecimiento es el Renacimiento Clásico, y como la palabra lo indica, es un Renacer de las ciencias, las artes y la filosofía que habían sido esclerosadas por la Escolástica. En esta época caen los dogmas religiosos y se impone la Razón.

En efecto, desde el punto de vista filosófico surge el Racionalismo con Renato Descartes, quien en su obra fundamental “El Discurso del Método”, nos enseña a conducir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias. En otra de sus obras nos da las “Reglas para la conducción del Espíritu” (así se titula la obra). Posteriormente surgen corrientes filosóficas de corte Espiritualistas, como son la de Leibnitz y Berkeley, entre otras.

Los siglos XVIII y XIX son prolíficos en pensadores que fundamenten sus sistemas filosóficos en la existencia del Espíritu como realidad substancial. En el año 1724 nace en Alemania un benefactor de la humanidad: Inmanuel Kant, quien sentó las bases para el Idealismo Alemán, basado en la teoría del Concepto y el Entendimiento (que es lo mismo que Espíritu). Los postulados de este gran sabio, influyeron enormemente en pensadores como Schellin, Fichte y Hegel, cuyos fundamentos filosóficos giran en torno al Espíritu, sobre todo Hegel, cuya obra magna se titula “La Fenomenología del Espíritu”, en la cual afirma: “El Espíritu es todo; es un Universo que se despliega a si mismo”, despliegue que denominó “Fenomenología del Espíritu”. Hegel nos dice, en otras de sus obras “La Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas”  que la Filosofía del Espíritu estudia el emerger del Espíritu desde su situación de hundimiento en la Naturaleza hasta el total desenvolvimiento en el hombre como sujeto moral y cognoscente, cuyo proceso impretermitible se da mediante un movimiento dialéctico.

Posteriormente surgen corrientes influidas grandemente por el Idealismo Alemán, que afirman la existencia preeminente de un Yo interior profundo no identificable con el Alma, aunque revelable a través de ella. Representantes de esta corriente son Víctor Cousin, fundador de un gran eclecticismo, Maine de Biran, Lachelier; Bergson y otros.

Autores posteriores, como Max Scheler y Nicolai Harman, nos aportaron grandes luces acerca del espíritu. Scheler nos dice que el problema del espíritu está ligado al de la esencia del hombre y que tiene que ser explicado a través de una Antropología Filosófica. Asimismo, manifiesta que lo que distingue al hombre de los animales no es la memoria asociativa ni la inteligencia práctica, ni siquiera el Alma que es común a todos los entes, sino el Espíritu, el cual es la parte superior del psiquismo. Nos dice este gran pensador que el Espíritu logra influir en el hombre sólo en cuanto se ponen a su servicio los impulsos naturales; el Espíritu dirige y canaliza la energía de los impulsos instintivos.

Existen además dos grandes pensadores de este siglo XVIII, que los he dejado de último por ser los pilares más grandes de la doctrina del Espíritu. Estos egregios pensadores han sido soslayados por la malicia y el prejuicio, por haber cometido el gran delito de haber fundado sus doctrinas con el nombre de ESPIRITISMO.

Estos pensadores son Hippolite León Denizard Rivail, mejor conocido como Allan Kardec, y Joaquín Trincado Matheo, quienes nos explican con lujo de detalles la naturaleza, origen y manifestación de los espíritus. Veamos sus principales postulados acerca del Espíritu.

Allan Kardec: “El Espíritu es el principio inteligente del Universo”  “Los Espíritus son los seres inteligentes de la creación” (El Libro de los Espíritus Pág. 39 y 51, respectivamente).

Joaquín Trincado: “El Espíritu es la vida en el hombre y en los reinos de la Naturaleza, porque el Espíritu único e increado, todo lo llena” (Conócete a ti mismo, Pág. 26) “El espíritu es la vida Universal, es la esencia primera entre el Creador y la demostración de la vida de los cuerpos y las formas; el Espíritu es la inteligencia del autor de todo” (ibd. Pág.49)

Como se puede apreciar, desde la acepción más antigua  de Espíritu hasta las últimas concepciones filosóficas de nuestros tiempos, se mantiene el postulado axiomático del Espíritu, como fundamento de todas las cosas, abordable sólo a través de un estudio riguroso y no mediante meras tradiciones y creencias dogmáticas que han concebido al Espíritu como fantasma, muerto y otros tantos epítetos, productos de la incultura.

En conclusión, el Espíritu es el TODO, es la DIVINIDAD que se despliega a sí misma por todo el Universo para formar el mundo sensible (Fenomenología del Espíritu) y cuya esencia más pura mora en los seres humanos, en el cual se va realizando en la medida que va purificando su alma con el trabajo y el estudio a través de múltiples reencarnaciones.
*Germán G. Bravo Machado es un estudioso venezolano, Licenciado en Ciencias Fiscales, Abogado, Profesor Universitario, Conferencista, Articulista; que se ha dedicado a la investigación del conocimiento espiritual. En la actualidad es Director fundador de la Escuela Libre en Investigaciones Parapsicológicas y Espirituales (ELIPSE), organización dedicada a la investigación y difusión del conocimiento espiritual, con la finalidad de promover el desarrollo de la personalidad del ser humano.

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