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“Cuando
Jesús nació en Belén de Judea en días del
rey Herodes, vinieron de oriente a Jerusalén unos magos” (Mateo 2:1)
La Biblia hace mención de unos magos, término que se
usaba en la época para referirse a los hombres sabios. La Biblia
no habla de reyes, ni del número de los magos o sabios, y
tampoco habla de sus nombres.
Estos hombres sabios eran en realidad astrólogos que mediante el
estudio de las señales del cielo conocieron el lugar y fecha del
gran acontecimiento planetario, como la encarnación de un
Mesías.
Los astrólogos de aquella época no eran como los
astrólogos que conocemos en la actualidad. En aquellos tiempos
la astrología era una ciencia sagrada, unida a la Cábala,
la Alquimia y el Esoterismo. Los astrólogos de entonces eran
como una especie de sacerdotes iniciados en los Misterios Mayores.
Existen textos antiquísimos de Astrología
Esotérica donde se habla sobre la encarnación en
los mundos en evolución de los Avatares o Cristos. Estos
acontecimientos responden a la necesidad de impulsos evolutivos regidos
por Leyes Universales. En la Biblia hallamos referencias de este
principio Universal:
“Salí del Padre, y he venido al mundo; una vez dejo el mundo y voy al Padre” (Juan 16:28).
“Todavía un poco y no me veréis; de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre” (Juan 16:16).
En cada gran período cósmico como lo son las Eras,
encarna en el planeta un Ser Divino con el propósito de impulsar
la evolución planetaria.
La Ley de la Encarnación cíclica de los Avatares nos
habla de la segunda manifestación de Dios como hombre para guiar
a la humanidad. Esto significa que el “Cristo”,
“Mesías”, “Salvador” o
“Avatar” vendrá nuevamente. El esperado regreso del
Mesías que predica el cristianismo es una verdad sustentada en
una Ley Universal.
La metafísica nos enseña que aunque la evolución
de la cadena terrestre se produce en la zona de libre albedrío,
donde los humanos somos responsables de nuestras acciones por la Ley de
Causa y Efecto, el Padre Universal no nos abandona, y en su infinito
amor, nos asiste encarnando cíclicamente en forma humana
para instruirnos.
No se trata de que debamos postrarnos para adorar esta
encarnación Divina. Se trata de prestar atención a sus
mensajes, a su instrucción, de forma, que sin perder la libertad
que representa el libre albedrío evolucionemos en la escala
universal.
La visita de estos sabios al niño Jesús encierra un gran
misterio. Desconocemos si estos sabios instruyeron a María y
José sobre la huida a Egipto o si planearon la educación
de Jesús como hombre en el seno de las escuelas de
sabiduría de Egipto y la India. No sabemos nada de la vida de
Jesús entre los 12 años de edad, cuando predicó en
el Templo y los 33 años cuando regresó anunciando el
Reino de Dios.
Los importante es que éstos “magos”, hombres
sabios que visitaron a Jesús guiados por la señales del
cosmos son indicativos de que un Ser Divino encarnó en nuestro
planeta.
Todo lo que podemos hacer ante este gran misterio y promesa de
salvación es aceptar la enseñanza del Mesías,
enseñanza del Amor. Todos estamos de acuerdo en que si la
humanidad siguiera las enseñanzas del Cristo, nuestro mundo no
sufriera los males que sufre.
Nuestra civilización está muriendo, el planeta corre
inminente peligro de ser destruido y todo este mal ocurre solo para
falta de amor. En estos momentos de oscuridad, Dios
volverá a encarnar como humano y solo le reconocerán
aquellos que han elevado sus conciencias. Grandes cambios están
ocurriendo en nuestro planeta, para nadie es un secreto que se avecinan
grandes crisis. Dios, en su infinito Amor, no nos abandonará, en
medio de la oscuridad vendrá de nuevo Luz al Mundo. El Creador
no destruye su creación, su Ley es el Amor. |
enero de 2013
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