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¿Cómo
dejamos la
“enfermedad” para siempre?
Por
Diego Andrés Cornejo Rodríguez
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¿Qué enfermedad?
Tal vez te refieras al juego que inventamos de creer que en
el Omniverso sea posible algo tan feo, cruel y ajeno a Ti como
“la enfermedad”. No, no es real. Es tan solo un
invento que hicimos basados en la conciencia global de que
éramos humanos, meros cuerpos nacidos en un mundo de leyes
físicas reales y mentes confusas que reaccionan para
sobrevivir. No. NO es así, menos mal.
La enfermedad, al igual que todo el resto de ilusiones, es algo que
nosotros mismos inventamos. No es algo exterior a nosotros que nos deja
impotentes ante sus efectos. Solo parece ser así por la casi
concluyente evidencia que parece demostrar la genética, los
reflejos de nuestros cuerpos, nuestros instintos que han repasado el
temor y la preocupación por muchísimo tiempo ya.
También contribuye la elevada estadística de
males, enfermedades incurables, pandemias y otros sin sentidos que aun
seguimos manifestando, aunque muy pronto desaparecerán por
completo. Sin mencionar el aporte que hace el estamento
médico, del que nadie tuvo fe desde el inicio, pero que
sigue siendo la solución más popular, aunque en
evidente y radical baja.
La idea de la “enfermedad” se manifestó
de la energía matriz de creer varias cosas:
- que habíamos hecho algo
mal,
- que dado aquel
“mal” que habíamos hecho
habíamos recibido un castigo
- que aquel
“castigo” provenía de alguien externo a
nosotros
- que ese
“alguien” debía asimismo tener
necesidades y ser vulnerable
y que tanto la condición en la que se nos puso por el
castigo, así como la condición del que nos
castigó, es una de limitación en la que la
“enfermedad” es posible y evidente.
Un sistema de creencias tan absurdo y trágico, y a la vez
tan profundamente compenetrado, podría crear una realidad
física como ésta. Aun cuando en realidad solo sea
un juego, un invento al que dimos pié y que
derivó en una aparente realidad que rápidamente
dejamos de cuestionar.
Ahora, sin embargo es cuando la idea de la enfermedad empieza a
desaparecer. No tomará millones de años
deshacerse, como duró su fiesta de disfraces, sino
quizás unos pocos años de práctica y
logro. Este es el momento nuevo de las buenas noticias, ésta
es la época en la que creer algo aparentemente inconcebible,
como que desaparezca la enfermedad para siempre, es más
fácil y aceptado que nunca.
Que desaparezca como idea hace que desaparezca como
manifestación, y tal como un cuerpo se regenera
célula por célula, Tú eres ahora el
que inicia el proceso de “sanación” con
el reequilibrio completo de tu cuerpo, su rejuvenecimiento y el olvido
de todas las memorias que todavía sean hábito y
reacción dentro de Ti.
Te invadirá una sensación de bienestar que no se
puede explicar en esta conciencia. Sentirás la
protección y frescura que tu Renacimiento trae,
además de la añadidura en este mismo plano: una
belleza y liviandad sin comparación semejante, la
armonía de todos los procesos y sistemas corporales,
así como el gozo y disfrute de sus placeres.
Poco a poco, de tanta despreocupación, el cuerpo
dejará de ser una carga y pasará
también a perder su realidad física. Se te
hará más natural estar Contigo Mismo sin
necesitar invertir tu energía en los obstáculos
que antes tenías. Tu liviandad será entonces
también la liviandad de tu recipiente que irá
absorbiendo los atributos de tu Esencia, puesto que al ser
completamente neutro, solo podrá responder a Ella.
¿Pero cómo lo hago? ¿Cómo
dejo la enfermedad para siempre?
Eso es lo mejor de todo. Este es un proceso natural, imposible de
detener, que ahora, habiéndose completado la masa
crítica, demorará solo lo que tú te
demores en permitirla.
¡La enfermedad no existe! ¡Qué
celebración! No solo la celebración de que
siempre haya sido así, sino que ahora tu puedes comprobarlo
a través de tu Regreso al Amor.
“Esta manifestación de la idea de enfermedad en mi
cuerpo es algo viejo, innecesario e inapropiado para el tiempo de mi
Renacimiento. Elijo observar minuciosamente cada pensamiento y creencia
absurda que le otorgó realidad, dejar que desaparezcan poco
a poco, hasta que mi cuerpo se vuelva invulnerable a sus efectos, para
convertirse en un vehículo de luz en el que
cómoda, alegre y amorosamente regrese a la eternidad de la
Alegría” |
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