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HISTORIA UNIVERSAL DE LA ALQUIMIA
La
alquimia es una antigua práctica protocientífica que
combina elementos de la química, la física, la
astrología, el arte, la semiótica, la metalurgia, la
medicina, el misticismo y la religión. Muchos alquimistas
persiguieron tres metas fundamentales. La primera y más famosa
era la transmutación de metales comunes en oro o plata.
También intentaron crear la panacea universal, un remedio que
curaría todas las enfermedades y prolongaría la vida
indefinidamente. La clave de estas metas era la piedra filosofal, esta
sustancia mítica, que podía ser polvo, líquido o
bien una piedra, tenía el poder de lograr ambas cosas. La
tercera meta de los alquimistas era crear vida humana. La alquimia
puede ser considerada como la precursora de la moderna ciencia
química antes de la formulación del método
científico.
La palabra alquimia procede del árabe al kimiya o al khimiya
, que está formada probablemente del artículo al- y de la
palabra griega khumeia , que significa "echar juntos", "verter juntos",
"soldar", "alear", etcétera (de khumatos, "lo que se vierte",
"lingote"). En la Edad Media se solía usar la expresión
ars química.
A veces se considera a la palabra crisopeya
sinónimo de alquimia, pero ésta es mucho más que
la mera búsqueda del método para fabricar oro. La palabra
crisopeya viene del griego ???sos, "oro", y po?e?, "hacer". El prefijo
criso entra en la formación de palabras en que interviene el
oro, como crisoterapia (tratamiento de ciertas enfermedades por medio
de sales de oro).
Visión general
La
percepción común de los alquimistas es que eran
pseudocientíficos que intentaban convertir el plomo en oro,
creían que toda materia esta compuesta de los cuatro elementos
básicos (tierra, aire, fuego y agua) y se movían en los
bordes del misticismo y la magia. Desde la perspectiva actual, sus
esfuerzos y creencias tienen una validez limitada, pero si hemos de ser
objetivos habría que juzgarlos en el contexto de su
época. Ellos intentaban explorar e investigar la naturaleza
antes de que muchas de las herramientas y prácticas
científicas más básicas estuviesen disponibles,
dependiendo en su lugar de las cuentas de la vieja, las tradiciones,
las observaciones básicas y el misticismo para rellenar los
huecos.
Para entender a los alquimistas, resulta de ayuda considerar lo
maravillosamente mágica que parecería la
conversión de una sustancia en otra (lo que formaba la base de
la metalurgia desde su incepción a finales del Neolítico)
en una cultura sin comprensión formal de la física o la
química. Para el alquimista, no había razón de
peso alguna para separar la dimensión química (material)
de la interpretativa, simbólica o filosófica. En aquella
época una física desprovista de significado
metafísico habría sido tan parcial e incompleta como una
metafísica desprovista de manifestación física.
Así que los procesos y símbolos alquímicos
solían tener tanto un significado interno referido al desarrollo
espiritual del profesional como un significado material conectado a la
transformación física de la materia.
La
transmutación de metales básicos en oro simbolizaba un
esfuerzo hacia la perfección o las mayores alturas de la
existencia real. Los alquimistas creían que todo el universo
tendía a un estado de perfección, y el oro, debido a su
inmunidad a la descomposición, se consideraba la más
perfecta de las sustancias. Intentando transmutar metales
básicos en oro estaban de hecho intentando echar una mano al
universo. También era lógico pensar que entender el
secreto de la inmutabilidad del oro podría proporcionar la clave
para prevenir las enfermedades y la decadencia orgánica. De
ahí la intrincada mezcla de temas químicos, espirituales
y astrológicos que era característico de la alquimia
medieval. De esta forma, las interpretaciones simplistas de algunos
alquimistas o las fraudulentas esperanzas abrigadas por otros no
deberían devaluar los empeños de practicantes más
sinceros. Más aún, el campo de la alquimia
evolucionó mucho a lo largo del tiempo, comenzando como una rama
metalúrgica y medicinal de la religión, madurando hacia
un rico campo de estudio por derecho propio, degenerando hasta el
misticismo y el charlatanismo puro, y terminando por proporcionar algo
del conocimiento empírico fundamental en los campos de la
química y la medicina moderna.
Hasta
el siglo XVIII la alquimia fue considerada una ciencia seria en Europa:
por ejemplo, Isaac Newton dedicó considerablemente más
tiempo y escritos al estudio de la alquimia que a la óptica o la
física, por las que es famoso (véase Estudios ocultos de Isaac Newton).
Otros eminentes alquimistas del mundo occidental son Roger Bacon, Santo
Tomás de Aquino, Tycho Brahe, Thomas Browne y Parmigianino. El
declive de la alquimia empezó en el siglo XVIII con el
nacimiento de la química moderna, que proporcionó un
marco más preciso y fiable a las transmutaciones materiales y la
medicina, dentro de un nuevo diseño general del universo basado
en el materialismo racional.
La transmutación de la materia, antiguo ideal de la alquimia,
disfrutó de un momento dulce en el siglo XX cuando los
físicos lograron convertir átomos de plomo en
átomos de oro mediante reacciones nucleares. Sin embargo, los
nuevos átomos de oro, al ser isótopos inestables,
resistían menos de cinco segundos antes de desintegrarse.
Más recientemente, informes de transmutación de elementos
pesados -mediante electrólisis o cavitación
sónica- fueron el origen de la controversia sobre fusión
fría de 1989. Ninguno de estos hallazgos pudo ser reproducido
con fiabilidad. En cualquier caso, las condiciones necesarias estaban
muy lejos del alcance de los antiguos alquimistas.
El simbolismo alquímico ha sido usado ocasionalmente en el siglo
XX por psicólogos y filósofos. Carl Jung revisó el simbolismo y teoría alquímicos
y empezó a revelar el significado profundo del trabajo
alquimista como una senda espiritual. La filosofía, los
símbolos y los métodos alquímicos han gozado de un
cierto renacimiento en contextos postmodernos, tales como el movimiento
Nueva Era.
Incluso algunos físicos han jugado con ideas alquímicas en libros como The Tao of Physics y The Dancing Wu Li Masters.
La historia de la alquimia se ha convertido en un vigoroso campo
académico. A medida que el oscuro -hermético, por
supuesto- lenguaje de los alquimistas está siendo gradualmente
"descifrado", los historiadores van haciéndose más
conscientes de las conexiones intelectuales entre esa disciplina y
otras facetas de la historia cultural de occidente, tales como los
Rosacruces y otras sociedades místicas, la brujería y por
supuesto la evolución de la ciencia y la filosofía.
Historia
La alquimia comprende varias tradiciones filosóficas abarcando
cerca de cuatro milenios y tres continentes, y su general
predilección por el lenguaje críptico y simbólico
hace que resulte difícil trazar sus mutuas influencias y
relaciones "genéticas". Pueden distinguirse al menos dos
tendencias principales, que parecen ser ampliamente independientes, al
menos en sus primeras etapas: la alquimia china, centrada en China y su
zona de influencia cultural, y la alquimia occidental, cuyo centro se
ha desplazado a lo largo del tiempo entre Egipto, Grecia y Roma, el
mundo islámico, y finalmente de nuevo Europa. La alquimia china
estaba íntimamente relacionada con el Taoísmo, mientras
que la alquimia occidental desarrolló su propio sistema
filosófico, con conexiones sólo superficiales con las
principales religiones occidentales. Aún está abierta la
cuestión de si estas dos ramas comparten un origen común,
o hasta qué extremo se influyeron una a la otra.
Alquimia y astrología
La alquimia en Occidente y otros lugares donde fue ampliamente
practicada estaba (y en muchos casos aún está)
íntimamente relacionada y entrelazada con la astrología
tradicional al estilo griego-babilónico. En muchos sentidos
fueron desarrolladas para complementarse una a la otra en la
búsqueda del conocimiento oculto. Tradicionalmente, cada uno de
los siete planetas del sistema solar que conocían los antiguos
estaba asociado con, ejercía el dominio sobre, y gobernaba un
determinado metal.
La lista de gobiernos era la siguiente:
- El Sol gobernaba el Oro
- La Luna, la Plata
- Mercurio, el mercurio
- Venus, el cobre
- Marte, el hierro
- Júpiter, el estaño
- Saturno, el plomo
Algunos alquimistas/astrólogos modernos asocian obviamente:
- Urano con el uranio
- Neptuno, neptunio
- Plutón, plutonio
Como tanto estos planetas como estos metales no han sido descubiertos
hasta hace relativamente poco, no hay base clásica ni
tradicional para estas asociaciones, a diferencia de lo que ocurre con
los planetas y metales antiguos.
La alquimia china
Mientras la alquimia occidental terminó centrándose en la
transmutación de metales corrientes en otros nobles, la alquimia
china tuvo una conexión más obvia con la medicina. La
piedra filosofal de los alquimistas europeos puede ser comparada con el
gran elixir de la inmortalidad perseguido por los alquimistas chinos.
Sin embargo, en la visión hermética, estas dos metas no
estaban desconectadas, y la piedra filosofal era con frecuencia
equiparada a la panacea universal. Por tanto, las dos tradiciones
pueden haber tenido más en común de lo que inicialmente
parece.
La pólvora negra puede haber sido la invención más
importante de los alquimistas chinos. Descrita en textos del siglo IX y
usada en fuegos artificiales en el siglo X, fue usada en cañones
sobre 1290. Desde China, el uso de la pólvora se extendió
a Japón, los mongoles, el mundo árabe y Europa. La
pólvora fue usada por los mongoles contra los húngaros en
1241, y en Europa a partir del siglo XIV. La alquimia china estaba
estrechamente conectada a las formas taoístas de medicina, tales
como la acupuntura y la moxibustión, y a artes marciales tales
como el Tai Chi Chuan y el Kung Fu (aunque algunas escuelas de Tai Chi
creen que su arte deriva de las ramas higiénica o
filosófica del Taoísmo, no de la alquímica).
La alquimia hindú
Poco se conoce en Occidente sobre el
carácter y la historia de la alquimia en la antigua India. Un
alquimista persa del siglo XI llamado al-Biruni informó que
"tienen una ciencia similar a la alquimia que es bastante peculiar, a
la que llaman Rasavatam.
Significa el arte que está restringido a ciertas operaciones,
drogas, compuestos y medicinas, la mayoría de los cuales
proceden de plantas. Sus principios curan a aquellos enfermos que
estaban desahuciados y devuelven la juventud a los marchitos ancianos."
El mejor ejemplo de texto basado en esta ciencia es el Vaishashik
Darshana de Kanad (sobre 600 adC), quien describió una
teoría atómica cerca de un siglo antes que
Demócrito.
La alquimia en el antiguo Egipto
Los alquimistas occidentales generalmente situaban el origen de su arte
en el Antiguo Egipto faraónico. La metalurgia y el misticismo
estaban inexorablemente unidas en el mundo antiguo, pues la
transformación de oscuro mineral en brillante metal debe haber
parecido ser un acto de magia gobernado por misteriosas leyes. Se
afirma pues que la alquimia era en el Antiguo Egipto el dominio de la
clase sacerdotal. La ciudad de Alejandría en Egipto era un
centro de saber alquímico, y retuvo su preeminencia incluso tras
el declive de la antigua cultura egipcia, durante la mayor parte de las
eras griega y romana. Desafortunadamente, casi no se han conservado
documentos egipcios originales sobre alquimia. Estos escritos, si
existieron, probablemente se extraviaron cuando el emperador
Diocleciano ordenó la quema de libros alquímicos tras
sofocar una revuelta en Alejandría (296), que había sido
un centro de alquimia egipcia. Es alquimia es conocida principalmente a
través de los escritos de antiguos (helénicos)
filósofos griegos, que a su vez han sobrevivido con frecuencia
sólo en traducciones islámicas. La leyenda cuenta que el
fundador de la alquimia egipcia fue el dios Thot, llamado Hermes-Thot o
Hermes Trimegisto ("Tres veces grande") por los griegos. Según
la leyenda, éste escribió los llamados cuarenta y dos
Libros del Saber, cubriendo todos los campos del conocimiento,
incluyendo la alquimia. El símbolo de Hermes era el caduceo o
vara de serpiente, que llegó a ser uno de los muchos
símbolos principales de la alquimia. La "Tabla de Esmeralda" o
Hermética de Hermes Trimegisto, de la que se sabe sólo
por traducciones griegas y árabes, es normalmente considerada
como la base de la filosofía y práctica alquímicas
occidentales, llamada filosofía hermética por sus
primeros seguidores.
El primer punto de la "Tabla de Esmeralda" cuenta el propósito
de la ciencia hermética: "en verdad ciertamente y sin duda, todo
lo que está abajo es como lo que está arriba, y todo lo
que está arriba es como lo que está abajo, para realizar
los milagros de una cosa" (Burckhardt, p. 196-7). Esta en la creencia
macrocosmos-microcosmos central a la filosofía hermética.
En otras palabras, el cuerpo humano (el microcosmos) se ve afectado por
el mundo exterior (el macrocosmos), que incluye los cielos a
través de la astrología y la tierra a través de
los elementos (Burckhardt, p. 34-42). Más tarde, los macedonios
grecoparlantes conquistaron Egipto y fundaron la ciudad de
Alejandría en 332. Esto los puso en contacto con las ideas
egipcias.
La alquimia en el mundo griego
Los griegos se apropiaron de las creencias herméticas egipcias y
las mezclaron con las filosofías pitagórica, jonista y
gnóstica. La filosofía pitagórica es,
esencialmente, la creencia en que los números gobiernan el
universo, surgida de las observaciones del sonido, las estrellas y
formas geométricas como los triángulos o cualquier cosa
de la que pueda derivarse una razón. El pensamiento jonio se
basaba en la creencia en que el universo podía ser explicado a
través de la concentración en los fenómenos
naturales. Se cree que esta filosofía fue originada por Tales y
su pupilo Anaximandro y posteriormente desarrollada por Platón y
Aristóteles, cuyas obras llegaron a ser una parte integral de la
alquimia. Según esta creencia, el universo puede describirse por
unas pocas leyes que pueden determinarse sólo mediante
cuidadosas, minuciosas y arduas exploraciones filosóficas. El
tercer componente introducido a la filosofía hermética
por los griegos fue el gnosticismo, una creencia -frecuente en el
Imperio Romano cristiano e inmediatamente posterior- en que el mundo es
imperfecto porque fue creado de manera imperfecta, y que el aprendizaje
sobre la naturaleza de la sustancia espiritual llevaría a la
salvación. Incluso creían que Dios no "creó" el
universo en el sentido clásico, sino que el universo fue creado
"de" él, pero se corrompió en el proceso (en lugar de
corromperse por las transgresiones de Adán y Eva, es decir, el
pecado original). Según las creencias gnósticas, al
adorar el cosmos, la naturaleza o las criaturas del mundo, uno adora al
Dios Verdadero. Los gnósticos no buscaban la salvación
del pecado, sino que perseguían huir de la ignorancia, creyendo
que el el pecado es meramente una consecuencia de ésta.
También se absorbieron las teorías platónicas y
neoplatónicas sobre los universales y la omnipotencia de Dios.
Un concepto muy importante introducido en esta épico, concebido
por Empédocles y desarrollado por Aristóteles, fue que
todas las cosas del universo estaban formadas por sólo cuatro
elementos: tierra, aire, agua y fuego. Según Aristóteles,
cada elemento tenía una esfera a la que pertenecía y a la
que regresaría si se le dejaba intacto (Lindsay, p. 16).
Los cuatro elementos de los griegos eran aspectos cualitativos de la
materia, y no cuantitativos como lo son nuestros elementos modernos.
"... La auténtica alquimia nunca trató la tierra, el
aire, el agua y el fuego como sustancias corpóreas o
químicas en el sentido actual de la palabra. Los cuatro
elementos era simplemente las cualidades primarias y más
generales por medio de las cuales la sustancia amorfa y puramente
cuantitativa de todos los cuerpos se presentaba primero en una forma
diferenciada." (Hitchcock, p. 66) Alquimistas posteriores (si puede
llamarse así a Platón y Aristóteles) desarrollaron
extensivamente los aspectos místicos de este concepto.
La alquimia en el Imperio Romano
Los
romanos adoptaron la alquimia y las metafísicas griegas, al
igual que adoptaron gran parte de su conocimiento y filosofía.
Al final del Imperio Romano la filosofía alquímica se
había unido a las filosofías de los egipcios creando el
culto del hermeticismo. (Lindsay) Sin embargo, del desarrollo del
Cristianismo en el Imperio trajo una línea opuesta de
pensamiento, proveniente de Agustino de Hipo (354-430), un
filósofo cristiano temprano que escribió sobre sus
creencias poco antes de la caída del Imperio Romano. En esencia,
él sentía que la razón y la fe podían ser
usadas para entender a Dios, pero que la filosofía experimental
era mala: "Hay también presente en el alma, por los medios de
estos mismos sentidos corporales, una especie de vacío anhelo y
curiosidad que pretende no conseguir el placer de la carne sino
adquirir experiencia a través de ésta, y esta
vacía curiosidad se dignifica con los nombres de conocimiento y
ciencia." (Agustino, p. 245)
Las ideas agustinianas era decididamente antiexperimentales, si bien
las técnicas experimentales aristotélicas no fueron
rechazadas cuando estuvieron disponibles en Occidente. Aún
así, el pensamiento agustiniano estuvo fuertemente arraigado en
la sociedad medieval y se usó para mostrar la alquimia como
contraria a Dios. Finalmente, en la alta edad media, esta línea
de pensamiento creó una permanente escisión que separaba
la alquimia de la misma religión que había acogido su
nacimiento.
Buena parte del saber alquímico romano, como el de los griegos y
los egipcios, se ha perdido. En Alejandría, el centro de los
estudios alquímicos en el Imperio Romano, el arte era
principalmente oral y en interés del secreto poco se confiaba al
papel. (De ahí el uso de "hermético" para indicar
"secreto".) (Lindsay, p. 155) Es posible que alguna obra fuese escrita
en Alejandría, y que fuera subsecuentemente perdida o quemada en
los turbulentos periodos siguientes.
La alquimia cabalística
El
estudio de la Kábala hebraica, ha tenido desde la
antigüedad una relación directa con la Alquimia, aunque sus
conexiones no han sido muy divulgadas, en especial desde la
instauración de la Inquisición por los Reyes
Católicos, ante el lógico temor de los practicantes de
este Arte de ser acusados de judaizantes al publicar sus escritos.
Alquimistas como Nicolás Flamel, tan claros y explícitos
al tratar de temas relativos a los judíos hay pocos. Cabe tener
en cuenta su avanzada edad al terminar sus libros (era octogenario en
una época en que la media de vida no llegaba a cuarenta
años). Flamel nos habla del libro de Abraham el Judío,
cuyo destino se ignoraba hasta hace pocas fechas.
La tradición ocultista confirma que Kábala o KAB.BALAH
fue recibida por Moisés en el Monte Sinaí al recibir las
Tablas de la Ley de manos de Dios. Luego fue transmitida a
Esdrás. Los estudiosos de la Kábala son semitas en
occidente (Kábala occidental), y asiáticos (Kábala
oriental). La Kábala está en relación con el
Antiguo Testamento, que los judíos denominan TORAH o Ley.
Por otro lado, desde los siglos XII al XVII se utilizó como una
experiencia espiritual en la teosofía judía, a la que
denominaron Kábala Magna. En ella se recogen dos escalas de
perfección: Del hombre hacia Dios y del hombre hacia las plantas
y piedras. La Kábala tiene una lectura oculta o misteriosa de la
Torah, de la que está prohibido variar hasta una coma, para que
no se pierda su significado secreto. Todos sus textos han sido escritos
en hebreo y arameo.
La TORAH consta de una parte escrita, que se denomina TORAH visible, y
de una tradición oral, que se denomina TORAH invisible. Sin un
buen conocimiento de ambas no hay comprensión de la
Kábala.
La manera cristiana de entender la Kábala es considerarla como
una palestra entre Dios y el hombre. Considerada como la esencia del
texto bíblico, existen misterios a los que no puede acceder el
hombre. La manera secreta de entender la Kábala es accesible al
que conoce la TORAH, lo que exige conocer y amar a Dios, sin lo cual no
será revelada. No se debe confundir con el misticismo. Consiste
en la búsqueda de misterios y revelaciones sobre la vida oculta,
incognoscible y abismal de Dios para conocerle íntimamente.
El cabalista logra su finalidad al entrar en el orden perdido que
existió antes de que el hombre fuese carnal, y sólo se
puede aprender por un Maestro, o por revelación directa de Dios.
Los cabalistas, al igual que los alquimistas, usan el lenguaje de los
símbolos, para guardar el secreto y conservar la
tradición. Suelen ser también hermetistas. La
correlación Cabalismo-Alquimia está en la unión de
lo CELESTE y lo TERRESTRE. De Dios y el hombre.
Los libros más importantes de la Kábala son el Sepher
Yetzipah (o Libro de la Creación), el Sepher Abahir y el Sepher
Zohar.
La Alquimia, para los que tienen formación cabalística,
entronca directamente con la Kábala. El principal secreto, el
conocimiento de las materias y las proporciones de la Amalgama, se
puede deducir directamente a partir del nombre de Dios IEWE
(Yod-eh-vau-he, en hebreo).
Para quien no tenga conocimientos cabalísticos, se explican a continuación algunas particularidades del alfabeto.
Iod. Es
la décima letra del alfabeto sagrado cabalístico.
Representa por lo tanto a la cifra 10, y a las letras I.Y y J de
nuestro alfabeto. Indica principio masculino, fecundidad viril. Es la
vara de Hermes escondida bajo el signo de la fortuna y en el TAROT se
representa por la Rueda de la Fortuna, signo alquímico de la
materia solar, que aporta el "Cuerpo" a la Gran Obra.
He. Es
la quinta letra del alfabeto sagrado cabalístico. Corresponde al
número 5. Equivale a las letras E y H. Su figura es un
pentagrama. Esconde el secreto del mercurio alquímico y del
"Alma" de la Obra.
Vau. Es
la sexta letra del alfabeto sagrado cabalístico. Equivale a las
letras F,V y U. Representa al número 6. Está relacionado
con la belleza, el planeta VENUS. Su símbolo es el hexagrama,
sello de Salomón. Contiene los 4 elementos. Esconde el secreto
del "Espíritu" de la Obra.
La alquimia en el mundo islámico
Tras
la caída del Imperio Romano, el foco de desarrollo
alquímico se trasladó a Oriente Medio. Se sabe mucho
más sobre la alquimia islámica porque fue documentada
mejor: de hecho, la mayoría de los primeros escritos que han
sobrevivido el paso de los años lo hicieron como traducciones
islámicas. (Burckhardt p. 46) El mundo islámico fue un
crisol para la alquimia. El pensamiento platónico y
aristotélico, que ya había sido en cierta medida incluido
en la ciencia hermética, continuó siendo asimilados.
Alquimistas islámicos tales como al-Razi (en latín Rasis)
aportaron importantes descubrimientos químicos propios, tales
como la técnica de la destilación (las palabras alambique
y alcohol son de origen árabe), los ácidos
muriático, sulfúrico y nítrico, la sosa
(al-natrun) y la potasa (alkali) -de las que derivan los nombres
internacionales del sodio y el potasio, Natrium y Kalium-, y
más. El descubrimiento de que el agua regia, una mezcla de
ácido nítrico y clorhídrico, podía disolver
el metal más noble -el oro- habría de avivar la
imaginación de alquimistas durante el siguiente milenio.
Los filósofos islámicos también hicieron grandes
contribuciones al hermeticismo alquímico. Podría decirse
que el autor más influyente en este aspecto fue Jabir Ibn Hayyan
(en árabe ???? ??? ????, en latín Geberus, normalmente
escrito en castellano como Geber). El objetivo primordial de Jabir era
la takwin, la creación artificial de vida en el laboratorio
alquímico, hasta e incluyendo la vida humana. Jabir
analizó cada elemento aristotélico en término de
las cuatro cualidades básicas de calor, frío, sequedad y
humedad. (Burkhardt, p. 29) De acuerdo con él, en cada metal dos
de estas cualidades eran interiores y dos exteriores. Por ejemplo, el
plomo era externamente frío y seco, mientras que el oro era
caliente y húmedo. De esta forma, teorizaba Jabir, reordenando
las cualidades de un metal, podía obtenerse uno diferente.
(Burckhardt, p. 29) Con este razonamiento, la búsqueda de la
piedra filosofal fue introducida en la alquimia occidental. Jabir
desarrolló una elaborada numerología mediante la que las
iniciales del nombre de una sustancia en árabe, cuando se les
aplicaban varias transformaciones, mantenían correspondencias
con las propiedades físicas del elemento.
Actualmente suele aceptarse que la alquimia china influenció a
los alquimistas árabes (Edwards p. 33-59; Burckhardt, p. 10-22),
aunque el alcance de la misma es aún objeto de debate. De la
misma forma, las enseñanzas hinduistas fueron asimiladas por la
alquimia islámica, pero de nuevo la extensión y efectos
de ello no son bien conocidos.
La alquimia en la Europa medieval
Debido a sus fuertes conexiones con las culturas griega y romana, la
alquimia fue bastante fácilmente aceptada por la
filosofía cristiana, y los alquimistas medievales europeos
absorbieron extensivamente el conocimiento alquímico
islámico. Gerberto de Aurillac (fallecido en 1003), quien
más tarde se convertiría en el Papa Silvestre II, fue uno
de los primeros en llevar la ciencia islámica a Europa desde
España. Más tarde, hombre como Adelardo de Bath, quien
vivió en el siglo XII, trajeron enseñanzas adicionales.
Pero hasta el siglo XIII los movimientos fueron principalmente
asimilativos. (Hollister p. 124, 294)
En
este periodo aparecen algunas desviaciones de los principios
agustinianos de los primeros pensadores cristianos. San Anselmo
(1033-1109) fue un agustiniano que creía que la fe debe preceder
al racionalismo, como Agustino y la mayoría de los
teólogos anteriores a él había creído,
aunque él añadió la opinión de que la fe y
el racionalismo eran compatibles y fomentó este último en
un contexto cristiano. Sus puntos de vista sentaron las bases para la
explosión filosófica que habría de ocurrir. San
Abelardo continuó el trabajo de Anselmo, preparando los
cimientos para la aceptación del pensamiento aristotélico
antes de que las primeras obras de Aristóteles alcanzasen
Occidente. Su principal influencia en la alquimia fue su creencia en
que los universales platónicos no tenían una existencia
separada fuera de la consciencia del hombre. Abelardo también
sistematizó el análisis de las contradicciones
filosóficas. (Hollister, p. 287-8)
Robert Grosseteste (1170-1253) fue un pionero de la teoría
científica que posteriormente sería usada y refinada por
los alquimistas. Grosseteste tomó los métodos de
análisis de Abelardo y añadió el uso de
observaciones, experimentación y conclusiones al realizar
evaluaciones científicas. También trabajó mucho
para tender en puente entre el pensamiento platónico y el
aristotélico. (Hollister, p. 294-5) Alberto Magno (1193-1280) y
Tomás de Aquino (1225-1274) fueron dos dominicos que estudiaron
a Aristóteles y trabajaron en la reconciliación de las
diferencias entre la filosofía y el Cristianismo. Tomás
de Aquino también trabajó intensamente en desarrollar el
método científico. Incluso fue tan lejos como para
afirmar que los universales podrían ser descubiertos sólo
mediante el razonamiento lógico: esto contradecía la
creencia platónica común en que los universales se
encontraban sólo mediante iluminación divina. Ambos
estuvieron entre los primeros en emprender el examen de la
teoría alquímica, y podrían ser considerados como
alquimistas, excepto por el hecho de que hicieron poco en cuanto a
experimentación. Una importante contribución de
Tomás de Aquino fue la creencia en que dado que la razón
no puede oponerse a Dios, debe por tanto ser compatible con la
teología. (Hollister p. 290-4, 355)
El primer alquimista auténtico en la Europa medieval fue Roger
Bacon. Su obra supuso tanto para la alquimia como la de Robert Boyle
para la química y la de Galileo Galilei para la
astronomía y la física. Bacon (1214-1294) era un
franciscano de Oxford que estudió la óptica y los
lenguajes además de la alquimia. Los ideales franciscanos de
enfrentarse al mundo en lugar de rechazarlo le llevaron a su
convicción de que la experimentación era más
importante que el razonamiento: "De las tres formas en las que el
hombre piensa que adquiere conocimiento de las cosas: autoridad,
razonamiento y experiencia; sólo la última es efectiva y
capaz de llevar de paz al intelecto." (Bacon p. 367) "La ciencia
experimental controla las conclusiones de todas las otras ciencias.
Revela verdades que el razonamiento de los principios generales nunca
habría descubierto." (Hollister p. 294-5) A Roger Bacon
también se le ha atribuido el inicio de la búsqueda de la
piedra filosofal y del elixir de la vida: "Esa medicina que
eliminará todas las impurezas y corrupciones de los metales
menores también, en opinión de los sabios, quitará
tanto de la corruptibilidad del cuerpo que la vida humana podrá
ser prolongada durante muchos siglos." La idea de la inmortalidad fue
reemplazada por la noción de la longevidad; después de
todo, el tiempo que el hombre pasa en la Tierra era simplemente para
esperar y prepararse para la inmortalidad en el mundo de Dios. La
inmortalidad en la Tierra no encajaba con la teología cristiana.
(Edwards p. 37-8) Bacon no fue el único alquimista de esta
época, pero sí el más importante. Sus obras fueron
usadas por incontables alquimistas entre los siglos XV y XIX. Otros
alquimistas de su misma épica compartieron diversos rasgos.
Primero, y más obviamente, casi todos fueron miembros del cero.
Esto se debía simplemente a que poca gente fuera de las escuelas
parroquiales tenía la educación necesaria para examinar
las obras derivadas del árabe. Además, la alquimia en
esta época era autorizada por la iglesia como un buen
método de explorar y desarrollar la teología. La alquimia
era interesante para la amplia variedad de clérigos porque
ofrecía una visión racionalista del universo donde los
hombres apenas estaban empezando a aprender sobre el racionalismo.
(Edwards p. 24-7)
Así que hacia finales del siglo XIII, la alquimia se
había desarrollado hasta un sistema de creencias bastante
estructurado. Es más: todos los alquimistas eran
auténticos cristianos. Creían en la teorías de
Hermes sobre el macrocosmos-microcosmos, es decir, creían que
los procesos que afectan a los minerales y otras sustancias
podían tener un efecto en el cuerpo humano (por ejemplo, si uno
pudiera aprender el secreto de purificar oro, podría usarse la
misma técnica para purificar el alma humana). Estos hombres
creían que la piedra filosofal era una sustancia capaz de
purificar metales básicos (y por tanto transmutarlos en oro)
así como de purificar el alma. Creían en los cuatro
elementos y las cuatro cualidades anteriormente descritas, y
tenían una fuerte tradición de esconder sus ideas
escritas en un laberinto de jerga codificada lleno de trampas para
despistar a los no iniciados. Por último, los alquimistas
practicaban su arte: experimentaban activamente con sustancias
químicas y hacían observaciones y teorías sobre
cómo funcionaba el universo. Toda su filosofía giraba en
torno a su creencia en que el alma del hombre estaba dividida dentro de
él tras la caída de Adán. Purificando las dos
parte del alma del hombre, éste podría reunirse con Dios.
(Burckhardt p. 149)
En el siglo XIV, estos puntos de vista sufrieron un cambio importante.
Guillermo de Ockham, un franciscano de Oxford que murió en 1349,
atacó la visión tomista de la compatibilidad entre la fe
y la razón. Su opinión, hoy ampliamente aceptada, era que
Dios debe ser aceptado sólo con la fe, pues Él no
podía ser limitado por la razón humana. Por supuesto este
punto de vista no era incorrecto si uno aceptaba el postulado de un
Dios ilimitado frente a la limitada capacidad humana para razonar, pero
eliminó virtualmente a la alquimia como práctica aceptada
en los siglos XIV y XV. (Hollister p. 335) El papa Juan XXII
publicó a principios de los años 1300 un edicto contra la
alquimia, que efectivamente retiró a todos los miembros de la
iglesia de la práctica del arte. (Edwards, p.49) Los cambios
climáticos, la peste negra y el incremento de guerras y
hambrunas que caracterizaron a este siglo sirvieron también sin
duda de obstáculo al ejercicio filosófico en general.
La alquimia se mantuvo viva gracias a hombre como Nicolas Flamel, digno
de mención sólo porque fue uno de los pocos alquimistas
que escribieron en estos tiempos difíciles. Flamel vivió
entre 1330 y 1417 y serviría como arquetipo para la siguiente
fase de la alquimia. No fue un investigador religiosos como muchos de
sus predecesores, y todo su interés en el arte giraba en torno a
la búsqueda de la piedra filosofal, que se dice que
halló: sus obras emplean gran cantidad de espacio describiendo
los procesos y reacciones, pero nunca llegan a dar la fórmula
para lograr las transmutaciones. La mayoría de su obra estaba
dedicada a recoger el saber alquímico anterior a él,
especialmente en lo relacionado a la piedra filosofal. (Burckhardt p.
170-181)
Durante la alta Edad Media (1300-1500) los alquimistas fueron muy
parecidos a Flamel: se concentraron en la búsqueda de la piedra
filosofal y el elixir de la juventud, que ahora se cree que eran cosas
separadas. Sus alusiones crípticas y su simbolismo llevaron a
grandes variaciones en la interpretación del arte. Por ejemplo,
muchos alquimistas durante este periodo interpretaban que la
purificación del alma significaba la transmutación del
plomo en oro (en la que creían que el mercurio jugaba un papel
crucial). Estos hombres eran considerados magos y hechiceros por
muchos, y fueron con frecuencia perseguidos por sus prácticas.
(Edwards p. 50-75; Norton p. lxiii-lxvii) Tycho Brahe, más
conocido por sus investigaciones astronómicas y
astrológicas, era también un alquimista. Tuvo un
laboratorio expresamente construido para ello en Uraniborg, su
observatorio e instituto de investigación.
Uno de estos hombres que surgió a principios del siglo XVI se
llamaba Heinrich Cornelius Agrippa. Este alquimista creía ser un
mago y pensaba ser capaz de invocar espíritus. Su influencia fue
insignificante, pero como Flamel, elaboró escritos a los que se
refirieron alquimistas de años posteriores. De nuevo como
Flamel, hizo bastante por cambiar la alquimia de una filosofía
mística a una magia ocultista. Mantuvo viva las
filosofías de alquimistas anteriores, incluyendo ciencia
experimental, numerología, etcétera, pero
añadió teoría mágica, lo que reforzó
la idea de la alquimia como creencia ocultista. A pesar de todo esto,
Agrippa aún era un cristiano, aunque sus opiniones entraron con
frecuencia con conflicto con la iglesia. (Edwards p. 56-9; Wilson p.
23-9)
La alquimia en la era moderna y el Renacimiento
La
alquimia europea continuó por la misma senda hasta los albores
del Renacimiento. Esta época vio también un florecimiento
de los timadores que usaban trucos químicos y juegos de manos
para "demostrar" la transmutación de metales comunes en oro, o
que afirmaban poseer el conocimiento del secreto que -con una
"pequeña" inversión inicial- llevaría con toda
seguridad a ello. El nombre más importante de este periodo es
Paracelso (1493-1541), quien dio a la alquimia una nueva forma,
rechazando parte del ocultismo que había acumulado a lo largo de
los años y promoviendo el uso de observaciones y experimentos
para aprender sobre el cuerpo humano. Paracelso rechazó las
tradiciones gnósticas, pero mantuvo mucho de las
filosofías hermética, neoplatónica y
pitagórica; sin embargo, la ciencia hermética
tenía tanta teoría aristotélica que su rechazo del
gnosticismo era prácticamente insignificante. En particular,
rechazó las teorías mágicas de Flamel y Agrippa.
Paracelso no se veía a sí mismo como un mago, y
desdeñaba a quienes lo hacían. (Williams p.239-45)
Paracelso fue pionero en el uso de compuestos químicos y
minerales en medicina, y escribió que "Muchos han dichos que la
alquimia es para fabricar oro y plata. Para mí no es tal el
propósito, sino considerar sólo la virtud y el poder que
puede haber en las medicinas." (Edwards, p.47) Sus puntos de vista
herméticos eran que la enfermedad y la salud del cuerpo
dependían de la armonía del hombre (el microcosmos) y la
Naturaleza (el macrocosmo). Paracelso dio un enfoque diferente al de
sus predecesores, usando esta analogía no como referencia a la
purificación del alma sino como a que los humanos deben mantener
ciertos equilibrios de minerales en sus cuerpos, y que para ciertas
enfermedades de éstos había remedios químicos que
podían curarlas. (Debus y Multhauf, p. 6-12) Mientras sus
intentos de tratar enfermedades con remedios tales como el mercurio
podrían parecer contraproducentes desde un punto de vista
moderno, su idea básica de medicinas producidas
químicamente ha permanecido vigente sorprendentemente bien.
En Inglaterra, la alquimia en esta época se asocia
frecuentemente con el Doctor John Dee (13 de julio de 1527 - diciembre
de 1608), más conocido por sus facetas de astrólogo,
criptógrafo y "consultor científico" general de la reina
Isabel I. Dee era considerado una autoridad en la obra de Roger Bacon,
y estuvo lo suficientemente interesado en la alquimia como para
escribir un libro sobre ella (Monas Hieroglyphica, 1564) influenciado
por la cábala. El socio de Dee Edward Kelley -quien afirmaba
conversar con ángeles a través de una bola de cristal y
poseer una pólvora que volvería el mercurio en oro- puede
haber sido la fuente de la imagen popular del
alquimista-charlatán. Entre los demás alquimistas de esta
época es digno de mención Michal Sedziwój (Michael
Sendivogius) (1566&ndahs;1636), un alquimista, filósofo y
médico polaco, pionero de la química. Michal
suponía que el aire contiene oxígeno, 170 años
antes de que Scheele y Priestley, calentando salitre. Pensaba que el
gas resultante era "el elixir de la vida".
El declive de la alquimia occidental
La
desaparición de la alquimia occidental se debió al auge
de la ciencia moderna con su énfasis de la rigurosa
experimentación cuantitativa y su desdén hacia la
"sabiduría antigua". Aunque las semillas de estos sucesos fueron
plantadas ya en el siglo XVII, la alquimia aún prosperó
durante unos doscientos años, y de hecho puede que alcanzase su
apogeo en el siglo XVIII. Robert Boyle (1627-1691), más conocido
por sus estudios sobre los gases (véase la ley de Boyle), fue
uno de los pioneros del método científico en las
investigaciones químicas.
Boyle no asumía nada en sus experimentos y recopilaba todos los
datos relevantes: en un experimento típico, Boyle anotaba el
lugar en el que se efectuaba, las características del viento,
las posiciones del sol y la luna, la lectura barométrica, por si
luego resultasen ser relevantes. (Pilkington p. 11) Este enfoque
terminó llevando a la fundación de la química
moderna en los siglos XVIII y XIX, basada en los revolucionarios
descubrimientos de Lavoisier y John Dalton, que finalmente
proporcionaron un marco de trabajo lógico, cuantitativo y fiable
para entender las transmutaciones de la materia, y revelaron la
futilidad de las tradicionales metas alquímicas tales como la
piedra filosofal. Mientras tanto, la alquimia paracélsica
llevó al desarrolló de la medicina moderna. Los
experimentalistas descubrieron gradualmente los mecanismos del cuerpo
humano, tales como la circulación de la sangre (Harvey, 1616), y
finalmente localizaron el origen de muchas enfermedades en las
infecciones con gérmenes (Koch y Pasteur, siglo XIX) o la falta
de nutrientes y vitaminas naturales (Lind, Eijkman, Funk, et al.).
Apoyada en el desarrollo paralelo de la química orgánica,
la nueva ciencia desplazó fácilmente a la alquimia en sus
aplicaciones médicas, interpretativas y prescriptivas, mientras
apagaba su esperanza en elixires milagrosos y mostraba la inefectividad
e incluso toxicidad de sus remedios.
De esta forma, a medida que la ciencia siguió incesantemente
descubriendo y racionalizando los mecanismos del universo, fundada en
su propia metafísica materialista, la alquimia fue quedando
despojada de sus conexiones química y médica, pero
incurablemente sujeta a ellas. Reducida a un sistema filosófico
arcano, pobremente conectada al mundo material, la alquimia
sufrió el destino común a otras disciplinas
esotéricas tales como la astrología y la cábala:
excluida de los estudios universitarios, rechazada por sus antiguos
mecenas, relegada al ostracismo por los científicos, y
considerada habitualmente como el epítome de la
charlatanería y la superstición.
Estos avances podrían ser interpretados como parte de una
reacción más amplia del intelectualismo europeo contra el
movimiento romántico del siglo anterior. Sea como fuere, da
mucho que pensar el ver cómo una disciplina que ostentó
buena parte del prestigio intelectual y material durante más de
doscientos años pudo desaparecer tan fácilmente del
universo del pensamiento occidental.
La alquimia en la literatura y la ficción
Muchos
autores satirizaron a los alquimistas y los usaron como blanco de
ataques satíricos. El más famoso de ellos es la obra El alquimista de Ben Jonson. En las novelas infantiles de Harry Potter se menciona una "piedra filosofal".
En el mundo imaginado por J.K. Rowling, esta piedra fue creada por
alquimistas y tiene poder de transformar cualquier metal en oro puro y
crear el "elixir de la vida",
que permite al que lo toma vivir mucho más de lo normal. Se
atribuye la creación de la piedra al personaje llamado Flamel.
En el libro, resulta necesario beber periódicamente el elixir
para permanecer inmune a la muerte natural.
Un alquimista llamado Melquíades es un personaje de la clásica novela de Gabriel García Mázquez Cien años de soledad.
El motivo alquímico añade una sensación
mágica a la novela (véase realismo mágico). En la
segunda parte de Fausto,
Johann Wolfgang von Goethe muestra a Wagner, el sirviente de Fausto,
usando la alquimia para crear un homúnculo. La alquimia y la
piedra filosofal es también de gran importancia en la trama del
anime japonés Full Metal Alchemist. Las maneras y métodos de la alquimia también son esenciales en la exitosa novela de Paulo Coelho El alquimista.
El término "alquímico" se usa a veces para referirse a
unos estudios que caminan hacia el estado de ciencia pero aún no
lo han alcanzado. Por ejemplo, Larry Niven señala en sus
historias del Espacio conocido que la psicología del siglo XX
está "en sus etapas alquímicas", antes de ser
perfeccionada por generaciones posteriores hasta una auténtica
ciencia.
Sustancias de los alquimistas
- Oro o plata o plomo o cobre o zinc o mercurio
- Fósforo o azufre o arsénico o antimonio
- Vitriolo o magnesio o pólvora
- Amoniaco o sal amónica o alcohol
- Ácidos: sulfúrico o muriático o nítrico o acético o fórmico o cítrico
- Agua regia
Fuentes:
http://www.hechizos.info/alquimia.html
http://www.angelfire.com/zine/cas/cabala.html
http://www.misteriosenlared.com/category/alquimia/
http://lffceomegaquimi27.blogspot.com/2011/08/historia-de-la-quimica-la-alquimia.html |
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abril de 2016
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