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Nos
hemos pasado media vida, por no decir la vida entera, escuchando y
educándonos en base a unos pilares donde basar nuestra
existencia. El pilar de la familia, el del trabajo y el de nuestra
pareja se convierten en grandes columnas que intentar mantener y que,
cuando caen, nos hacen sentir que algo falta, que no estamos completos,
que no sabemos quién somos o que “no sabemos hacer las
cosas bien”. Lo que se olvidaron de contarnos es que debajo de
esos tres pilares, sujetándolos, estamos nosotros.
No es la primera vez que lo veo en mis terapias. Alguien pierde un
pilar y se pierde a sí mismo, ninguneando los esfuerzos
hercúleos que ha tenido que realizar hasta el momento para
sujetar ese trío que más que servir de sustento a veces
les aplasta.
Nos han enseñado a buscar nuestro sostén, nuestro apoyo,
fuera de nosotros, a basarnos en esos pilares sociales / emocionales
para nuestro crecimiento humano. Nosotros nos sujetamos en ellos, nos
sustentamos y, efectivamente, cuando caen, caemos con ellos.
Has pasado tu vida realizando un trabajo en concreto, una
profesión que aprendiste y que se te daba bien. Vientos de
cambio han llegado y has perdido tu trabajo, o tu cuerpo te habla de
nuevos caminos y enfermas. Fuera como fuese has dejado esa
profesión y al tener que dejarla la siguiente pregunta es
¿y ahora qué puedo hacer, si no se hacer nada más?
O llevo mi vida SIENDO tal cosa ¿y ahora qué voy a ser?
La inseguridad se instala en nuestro ser al mismo tiempo que vemos
tambalearse un pilar que nos enseñaron nos definía como
persona. Cuántas veces hemos oído ¿y tú
eres? en vez de ¿y tú trabajas de? Hemos aprendido a
identificarnos con una labor, sin recordar que nuestra esencia,
nosotros, somos mucho más y que al igual que aprendimos lo que
hacíamos, igual que aprendimos a andar, podemos aprender de
nuevo.
El trabajo, tu profesión, no puede ser un pilar que te forme
como persona porque la persona eres tú. No niego que el trabajo
se necesite en esta sociedad basada en la economía, soy
consciente. También lo soy de las limitaciones que nosotros
mismos nos ponemos en base a condicionantes y creencias aprendidas.
Escúchate cuántas veces te dices que no puedes. Ahora
intenta recordar cuántas te has dicho ¡adelante!
La familia, otro pilar que se dice nos sustenta. Puede ser cierto que
los hijos elegimos a nuestros padres para que nos ayuden a aprender y
para ayudarles a crecer. No lo discuto. Pero también es cierto
que en ciertos países las niñas pueden ser intercambiadas
por lavadoras y que en Pakistán muchas familias matan a sus
hijos recién nacidos para no pasar más hambre e intentar
alimentar a la familia que tienen.
En nuestro mundo, en ese mismo que sustenta el pilar familiar, hay
niños esclavizados desde los cuatro años o niñas
violadas por sus progenitores. Aunque claro, son casos extremos que
además nos tocan “de lejos”. No niego la importancia
de la base que la familia tiene en la educación y en la
moralidad de una persona pero los hijos no son nuestros, no son una
propiedad que tiene que seguir unas reglas establecidas y vivir de
cierta manera porque si no se avalará al sentimiento de
culpabilidad haciendo sentir que son “malos hijos”.
Recuerdo hace muchos años a un mago que salía en la
televisión que al preguntarle por sus padres, con una sonrisa en
los labios y pena y tristeza en los ojos, respondió que le
habían rechazado por querer dedicarse a la magia y que, a causa
de ello, no tenían relación. ¿Es menos este hombre
por no tener ese pilar familiar? Sinceramente, considero que no. Creo
que tuvo el valor y el coraje de intentar vivir su propia vida y no la
impuesta por miedos que ni siquiera eran suyos.
En tu vida la familia te aportó y por supuesto que puede
aportarte, pero la responsabilidad y la decisión de cada momento
en tu vida, de todos tus actos es única y exclusivamente tuya.
De nadie más.
Y por último y no menos importante, nos hablan del pilar de la
pareja. Parece ser que cuando te casas o ya tienes pareja
“formal” crece un pilar como una seta y, de repente, puedes
sostenerte en él. Y claro, si te falta andas cojo.
Particularmente soy de las personas que creen en el reencuentro de
amores de otras vidas, en el encuentro del alma que puede
acompañarte en esta. Y por supuesto considero que esa persona
elegida puede ser una apoyo para nosotros y una gran ayuda en muchos
momentos.
Pero ¿crees realmente que es un pilar donde basar tu existencia?
¿y si una persona enviuda o se separa ya es menos persona? No
hay duda de esta base y pilar en nuestra vida ya que en un momento y a
una edad determinada la sociedad se aúna y la pregunta que todo
el mundo te hará será “y bueno ¿cuándo te vas a echar novio/a?”
si es chica porque se pasa el arroz y si es chico porque se va a quedar
solterón. Lo más gracioso es que cuando preguntan ni si
quiera se plantean las tendencias sexuales de la persona o su
opinión respecto al hecho de tener pareja o respecto al
matrimonio.
Solo se pregunta y se asume que la soledad es mala y que así no
puedes estar completo. ¿Por qué? Incluso aún
teniendo pareja con quien realmente vives toda tu vida, absolutamente
toda, es contigo. Justo antes de dormir, cuando la consciencia se
relaja y los mundos se mezclan, con quien estás es contigo. Al
morir con quien ves lo que has hecho o dejado de hacer también
es contigo. Entonces ¿por qué no apoyarse en uno mismo y
buscar la felicidad en nosotros? Y después, justo
después, compartirla con la pareja que elegimos. Somos
árboles que pueden juntarse y entrelazar sus copas y
quizá, a la distancia, parezcan un solo árbol. Pero si te
acercas y miras bien verás que realmente son dos troncos con sus
dos raíces que les aportan sustento y alimento. Si uno de los
troncos se apoyara demasiado en el otro podría hacer que este
segundo cayera y podría perder su agarre en la tierra. Los
árboles se unen pero mantienen su identidad. Así puede
ser nuestra pareja. Entrelazados pero no perdidos.
Y bajo todos estos pilares, escondidos o aplastados, dependiendo del
caso, nos encontramos nosotros, intentando sujetarlos, mantenerlos,
volviéndonos perfectos equilibristas para intentar ser
“alguien” en nuestra sociedad, en nuestra familia, en
nuestra pareja y perdiéndonos a nosotros en el camino.
Tu ser, tu interior, tú, sólo podéis estar
formados de lo que nace de tu interior. Viniste a este mundo desnudo y
no creo que fueras menos por ello. Creo que eres un eslabón
único de esta gran cadena que formamos todos y tu valor no lo da
un pilar, si no la fidelidad que tengas hacia ti y hacia la
búsqueda de tu propio camino. Adelante, no desfallezcas ni
decaigas, en el fondo somos muchos y puedes sostenerte. |
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*Terapeuta
en Técnica Metamórfica, Reiki, Hipnosis. Terapias
manuales. Diplomada por la A.E.D.H.E. y por la Federación
Española de Gimnasia.
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enero de 2012
Rev.
Dig. UNIVERSO
Nueva
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