Introducción
Ha
llegado el momento de sincerarme con muchos lectores de esta revista.
Una minoría ya lo sabe, pero la mayoría no: soy un estudiante serio de
Astrología desde hace quince años.
Lo
que me diferencia de la mayoría de interesados en esta disciplina —no
la llamo ciencia a propósito porque no lo es y no sé si algún día podrá
llegar a considerarse como tal— es que tengo una formación científica
sólida. De hecho, a causa de los peores defectos de esa misma formación
fui un gran escéptico hasta el año 1997, en el que una persona muy
querida que estudiaba con seriedad el asunto me fue mostrando ejemplos
reales de aquello en lo que consistía la Astrología, hasta que me
convencí por mí mismo ya no de su plena veracidad, puesto que sigue
teniendo supuestos muy discutibles, pero sí de su fondo de autenticidad
y de su eficacia.
Pretendo
enumerar aquellos argumentos que los detractores de la Astrología
suelen utilizar. Como se verá, en la mayoría de los casos reflejan un
gran desconocimiento de algunos de los supuestos básicos cuando no
cierta capciosidad interesada.
Lamento
mucho que muchos científicos, o personas con formación científica,
elijan, en contra del espíritu de su propia disciplina, agarrarse a
prejuicios antes que la posibilidad de encontrarse con un mundo mental
nuevo. Incluso en algún caso en el que he podido discutir con personas
a las que se supone un bagaje intelectual y científico potente he
visto, más allá de los posibles prejuicios que se puedan tener sobre la
Astrología, una pobreza humanística y una cerrazón mental que
contradice totalmente el espíritu universitario, que como su propia
etimología indica, habla de universalidad: concretamente, visión
universal.
En
resumen, con este artículo no pretendo a toda costa convencer a nadie
de la validez de la Astrología; ese no es mi problema. Pretendo, por el
contrario, dejar claro que para juzgar una disciplina compleja con una
tradición de siglos es necesario conocerla antes.
MITO 1: LA GRAVEDAD DE LA MATRONA INFLUYE MÁS QUE LA DE MARTE (POR EJEMPLO)
Durante
mucho tiempo pensé que este era el argumento contra-astrológico más
poderoso de todos. Sin duda, en una habitación cerrada, la única
influencia reconocida por la ciencia que puede recibir de un planeta un
recién nacido es su gravedad. Pero, sin embargo, tras mucho meditarlo,
encuentro el argumento del “pulso” gravitatorio simplista y hasta
tramposo. Cierto
es que si aplicamos la fórmula gravitatoria de Newton, el resultado es
desolador para la Astrología. Pero hay que tener en cuenta que la
posible acción astrológica sobre el individuo NO es
un flash gravitatorio recibido en el momento del nacimiento. Es
necesario considerar el fenómeno de la resonancia.
RESONANCIA, UNA POSIBLE EXPLICACIÓN
¿Qué es la resonancia?
Un físico contestaría: es una solución especial de la ecuación del
oscilador armónico forzado. En términos más asequibles, que dos
fenómenos que tienen la misma frecuencia tienden tanto areforzarse
mutuamente como a entrar en fase, es decir, a sincronizar cada una de
sus etapas, por leve que sea su interacción mutua.
Se
ve mejor con un ejemplo cotidiano: cuando damos impulso a un columpio,
basta que la mano que empuja y el columpio actúen al mismo ritmo. Por
pequeño que sea el impulso que demos, se acumula con el tiempo hasta el
punto de poder aumentar la amplitud de la oscilación enormemente, por
grande que sea la masa que movamos. Esto es el refuerzo.
Otro
ejemplo: Cuando varias mujeres cohabitan, las pequeñísimas cantidades
de hormonas que comparten unas con otras mediante la respiración o el
contacto físico provoca que acaben teniendo la regla a la vez.
Esto es entrar en fase. El mismo fenómeno explica que si ponemos dos
relojes de péndulo descompasados en los extremos de una pared, no tardan en sincronizar sus tics en base a las microperturbaciones que se transmiten por ella.
Más aún: se comprueba que los planetas resuenan entre sí.
Por ejemplo, Júpiter y Saturno tienen una resonancia 5:2, lo que
implica 5 órbitas de Júpiter por cada 2 de Saturno. Y si calculamos la
aceleración mutua que se produce, según Newton, entre estos cuerpos en
su máxima cercanía, vemos que ronda la cienmillonésima parte de la
aceleración que produce la Tierra sobre nosotros. Aún así, acaba
estableciéndose una resonancia orbital entre ambos planetas. Y entre el
resto de cuerpos del sistema solar.
Si
asumimos que la acción planetaria no es puntual, sino que provoca
fenómenos resonantes debida a una acción duradera extendida por
millones de años, vemos que el efecto de la gravedad de la comadrona no
es más que ruido; Pero el de Marte, por leve que sea, es persistente y
periódico, como en el caso de la mano y el columpio. Y para ello hay
que considerar…
CIERTO CHAUVINISMO ELECTROMAGNÉTICO
Cuando
un científico piensa en ciclos, muchas veces lo único que viene a su
mente es
el espectro electromagnético, desde las ondas de radio de baja
frecuencia hasta los rayos gamma y los casi increíbles rayos cósmicos.
Sin embargo, suele olvidarse que absolutamente TODO en el Universo
tiene naturaleza cíclica. Es
lógico que sea así, pues cualquier sistema no cíclico, en un Universo
inestable y cambiante como es el nuestro, se acaba descomponiendo a no
ser que su conclusión suponga un nuevo principio. Esto es cierto tanto
para el electrón que gira alrededor de un protón como para un planeta
que gira alrededor de una estrella. El mundo que percibimos sólido y
estable es, visto a la escala adecuada, una especie de apocalipsis
continuo que se destruye y regenera incesantemente de modo cíclico.
Debemos
por tanto completar el espectro de frecuencias con toda clase de rangos
de ciclos: latidos del corazón, respiración, el sueño y hasta
generaciones humanas, pasando por revoluciones políticas y todo
fenómeno con periodicidad medible; y asumir que por diversas que sean
las causas que los animan, la más mínima y posible interacción que se
pueda producir entre los fenómenos, por dispares que sea sus
naturalezas, conducen a fenómenos resonantes. Sobre este tipo de
interacciones “poco creíbles” hablaré unos párrafos más adelante,
cuando trate la interacción comprobada —pero aún no explicada por la
ciencia— de la gravedad lunar con organismos vivos.
A
donde quiero llegar es: todo fenómeno persistente en el tiempo posee al
menos una frecuencia de resonancia con la que se acaba acoplando a
otros fenómenos con los que puede interactuar.
MITO 2: LA PRECESIÓN DE LOS EQUINOCCIOS
Efectivamente: la posición de las estrellas se desplaza con el tiempo.
Aproximadamente 1º cada 72 años, dando una vuelta completa al cielo
aproximadamente cada 26000 años. Esto es porque la tierra se mueve de
modo parecido a una peonza, cuyo eje de rotación acaba describiendo un
cono a medida que la peonza gira y gira. Este
hecho lo conocía la mayoría de pueblos antiguos. Sin duda. Ese
desplazamiento, para quien se dedique a estudiar el Cielo, es evidente
dentro de la duración de una vida humana. Para que os hagáis una idea,
la Luna tiene un diámetro aparente de sólo 1/2º, con lo que ese 1º de
desplazamiento implica el ancho de dos lunas llenas.
Pero
es que el argumento de la precesión no tiene ningún sentido a la hora
de criticar la Astrología. La posición de las estrellas es irrelevante
en la Astrología occidental: importa el punto vernal,
es decir el punto que marca el equinoccio de primavera. Y este se
desplaza con la precesión, con lo que no es afectado por esta.
MITO 3: EL DISTINTO ANCHO DE LAS CONSTELACIONES
El mismo argumento se extiende al ancho aparente de las constelaciones y el desplazamiento de su posición.
La
relación entre patrones de estrellas y las divisiones zodiacales son
espúreas y no deben ser tenidas en cuenta, ya que el Zodiaco se
establece a partir de principios fundamentalmente simbólicos y
geométricos, como explicaré más adelante. En el gráfico adyacente se
puede comprobar la actual correspondencia entre signos astrológicos y
las constelaciones reales. Fíjemonos que la constelación de Virgo casi
abarca dos signos, mientras que la de Escorpio apenas ocupa la mitad de
uno.
El
desplazamiento de las constelaciones de casi 30º con respecto a sus
signos correspondientes, lógico tras los dos milenios transcurridos
desde la elaboración de las constelaciones actuales, es debido a la ya
mencionada precesión. Queda aclarar que ésta no es ignorada del todo en
el contexto astrológico. Existe en las tradicciones esotéricas, como en
la de los Rosacruces, una relación entre la Historia humana y lo que se
ha pasado a denominar las Eras Astrológicas, determinadas por el
fenómeno de la precesión. De hecho, todo el pensamiento antiguo está
empapado de esta simbología. Otra cosa es que se digan muchas tonterías
sobre la Era de Acuario y otras modas.
MITO 4: LOS ANTIGUOS ERAN TONTOS Y CRÉDULOS, LOS MODERNOS SOMOS LISTOS Y RACIONALES
Tengo
mis dudas sobre que los modernos seamos listos y racionales; pero de lo
que no tengo NINGUNA duda es de que los antiguos NO eran tontos. Existe
una evolución del Pensamiento en la historia humana. Y no hablo de mera
Filosofía, sino, literalmente, de la manera de pensar de los seres
humanos. Como ya mencioné un ejemplo de esto en el artículo en el que pongo a parir a Gustavo Bueno, remito allí para que el lector o lectora se haga una idea de a lo que me refiero.
Al grano. Hay dos hechos históricamente innegables:
El
primero es que la Astrología ocupa un lugar central en el pensamiento
de todos los pueblos de la antigüedad. Hay que tener en cuenta que, a
diferencia de ahora, la Humanidad vivió la casi totalidad de su
historia con el cielo muy presente sobre sus cabezas, sin bombillas,
sin contaminación lumínica nocturna. Esto es especialmente evidente en
el caso de los pueblos del desierto. Los tuaregs visten de azul,
“porque es el color del mundo”… obviamente no hablan de la arena.
Resumiendo: los pueblos antiguos tenían el cielo mucho más presente que
nosotros, urbanitas, que apenas distinguimos las estaciones por el
termómetro o la programación de la tele.
El
segundo, que la parcelación del conocimiento es un invento
relativamente moderno. Hasta hace 500 años todos los grandes pensadores
y técnicos eran polímatas,
es decir, dominaban multitud de disciplinas. Al contrario que ahora,
donde la especialización prima sobre el generalismo, se asumía con
naturalidad que el espacio del conocimiento, como el mar, la tierra, o
el cielo, era único.
LA POTENCIA DE LOS SÍMBOLOS
Para
hacer esta unificación del conocimiento posible, debemos establecer
categorías generales donde ubicar las cosas. El gran mérito del
pensamiento antiguo -y esto es una aseveración mía- fue la de
percatarse de que los espacios simbólicos, convenientemente
representados, experimentan simetrias y son explicables mediante
modelos geométricos. Lévi-Strauss,
después de inventar los pantalones -es broma- y los estructuralistas en
general investigaron mucho sobre esto, aunque no exactamente desde el
mismo enfoque.
La
matemática actual comprende y maneja perfectamente este tipo de
relaciones gracias a la obra de un matemático del siglo XIX asesinado
en duelo mientras era adolescente, Galois. Y
a raíz de las simetrías presentes en los espacios simbólicos, los
pensadores de la antigüedad pudieron unificar sistemas de símbolos con
las mismas propiedades combinatorias, creando supersistemas: uno es el
Zodiaco.
El
Zodiaco es un inmenso mapa, desplegado en dos dimensiones, que se
define plenamente por diversas relaciones entre los componentes que lo
forman y representado por metáforas de naturaleza asociativa. ¿Es esto
útil? Sí. Sin duda.
Si
yo puedo ubicar dos sistemas en símbolos zodiacales concretos,
puedo deducir las propiedades de su interacción mutua simplemente
correlando la que existe entre los dichos símbolos. Un ejemplo muy
llano: seguir una rutina (virgo) y viajar (sagitario), son cosas
difíciles de hacer a la vez. Y tener que viajar por rutina, horrible.
La relación zodiacal de 90º, conocida como cuadratura, entre ambos
signos, explica este conflicto entre ambos tipos de actividad.
¿Es un pensamiento especialmente útil para, por ejemplo,
desintegrar el átomo o trasplantar un corazón? Pues no. Pero
su intención no es la misma que la del pensamiento
científico/racional/moderno/progresivo/dirigido (táchese lo que no
proceda) actual. Nuestro pensamiento está bien diseñado
para operar sobre el mundo yanalizarlo. El pensamiento antiguo
para adaptarse a él y comprenderlo.
Pero eso no significa que el pensamiento antiguo fuera “tonto”.
MITO 5: NO EXISTEN EVIDENCIAS DE CARÁCTER CIENTÍFICO
Me
temo que sí existen. Quizás no sean todo lo directas y contundentes que
desearíamos pero existen, si no pruebas, al menos indicios poderosos,
observables y demostrables.
MICHEL GAUQUELIN
Este artículo no estaría completo sin hablar de Gauquelin.
Matemático nacido en una familia de astrólogos, luchó tanto por
encontrar una herramienta científica por invalidar la Astrología (que
aborrecía) que al final, sin pretenderlo, acabó convirtiéndose en uno
de sus principales valedores, que no defensores. Hasta su muerte (por
suicidio cuando pasó Plutón por su Sol en los 80, manda narices)
rechazó la Astrología a un nivel profundo porque, a pesar de sus
estadísticas favorables, no era capaz de hallar una explicación
racional/física para su funcionamiento. Correlación no implica causalidad. Lo
que distingue a Gauquelin de otros científicos que intentaron lo mismo
que él fue su conocimiento profundo de la disciplina compartido con un
escepticismo implacable y un bagaje matemático/estadístico riguroso.
Así,
diseñó su experimento a partir de una de las aseveraciones de la
Astrología: que los planetas que están más cerca del horizonte, del cenit o del nadir(el
punto opuesto al cénit) suponen una influencia poderosa en la
psicología y vida de la persona. Así, Gauquelin intentó demostrar que
NO existía correlación entre esos planetas situados en estas posiciones
especiales y la profesión de esas personas mediante el estudio de miles
de cartas astrales.
Se
llevó el trastazo de su vida. Encontró correlaciones entre la Luna y
los artistas, Júpiter y los políticos, Saturno y los científicos, etc…
siendo su hallazgo más famoso el Efecto Marte,
que muestra la predominancia de Marte en la carta natal de los atletas.
Este estudio tuvo un efecto tan demoledor (e indignante) sobre todos
los supuestos que el stablishment científico tenía sobre la Astrología
que hoy en día sigue siendo objeto de polémica, más de 50 años después
de su publicación, como se puede leer en el enlace anterior. El trabajo
de Gauquelin, por cierto, ha sido sistemáticamente ignorado a nivel
académico.
Este
experimento tiene dos implicaciones reseñables: en primer lugar, que
las correspondencias planetarias que obtuvo coinciden con las que
otorga la Astrología clásica, lo que supone un apoyo considerable para
esta. Y en segundo lugar, y considero esto importantísimo, supuso un avance considerable para la propia Astrología. Efectivamente,
esas posiciones mencionadas son importantes, pero no exactamente como
la Astrología hasta entonces asumía: el análisis demostró que los
planetas eran más poderosos ANTES de esas posiciones que DESPUÉS, como
afirmaba erróneamente la tradición. Esto sirvió para que instituciones
como la Escuela Huber de Astrología desarrollara
posteriormente conceptos muy útiles como el de planeta estresado, punto
de reposo, etc… (no es este el lugar para comentarlos en profundidad,
quizás un día), conceptos que mi propia experiencia, tras el análisis
de docenas de cartas y de la mía propia, demuestra que son correctos.
Gracias, Michel.
Sencillamente
es necesaria más investigación en Astrología si queremos que algún día
pueda considerarse Ciencia. Lamentablemente, su peculiar modus
operandi dificulta muchísimo el diseño de experimentos y en la mayoría
de los casos sólo se puede recurrir al análisis estadístico. La
cuestión es que Gauquelin, tras su experimento, se dedicó a recopilar
toda la información posible sobre conexiones entre nuestro entorno
cósmico y los fenómenos terrestres; muchos de ellos fueron analizados
en su libro Los Relojes Cósmicos (en la actualidad difícil de
encontrar, aunque yo lo encontré en un rastro y está disponible online) que debería ser de obligatoria lectura para cualquier astrólogo aficionado o profesional, pues es revelador.
En
este libro se mencionan fenómenos que en algunos casos se refieren a
supuestos enarbolados por la Astrología y en otros simplemente revelan
conexiones entre fenómenos terrestres y celestes sencillamente
inexplicables desde un punto de vista físico.
JOHN NELSON
Del primer tipo destaca el estudio deJohn Nelson,
un ingeniero de la RCA que encontró correlación entre la calidad de las
comunicaciones por radio y la posición relativa de los planetas, siendo
esta coherente con premisas astrológicas tradicionales, pero obteniendo
mejores resultados con las posiciones heliocéntricas de los planetas,
en vez de las tradicionales geocéntricas. Nelson
tenía que hacer, en su trabajo, cuatro previsiones al día
sobre el “clima radioeléctrico” que iba a haber.
Sus
predicciones llegaron a tener un 90% de exactitud una vez que concluyó
que la observación de los ángulos que formaban los planetas entre sí
con respecto al Sol era relevante. Finalmente llegó incluso a
determinar que todos los patrones que observaba estaban formados a
partir de dos ángulos elementales significativos: 7,5º y 18º.
TODOS
los aspectos astrológicos tradicionales, armónicos e inarmónicos,
pueden ser expresados como múltiplos de estos ángulos básicos. Mas aún,
a partir de ellos aparecen también aspectos basados en simetría
pentagonal (36º, 72º, 144º) que raramente se usan en Astrología, pero
son conocidos y utilizados por algunas escuelas muy minoritarias. De
nuevo, como en el caso de Gauquelin, la investigación científica parece
aportar novedades y sustancia a esta disciplina.
El
apoyo definitivo a la tradición astrológica por parte de Nelson se
produce cuando afirma que la mejor calidad en las comunicaciones ocurre
cuando los planetas se relacionan en ángulos de 60º y 120º, y la peor
cuando se relacionan en ángulos de 90º. También añadió que otras
relaciones angulares posibles tenían mucho menor carácter predictivo
comparadas con la anteriores. En cualquier caso, esos ángulos, sus
propiedades armónicas/inarmónicas y su fuerza relativa son todos viejos
conocidos del astrólogo.
¡OSTRAS!
Del
segundo tipo de investigaciones que menciona Los Relojes Cósmicos me
impactó mucho un experimento con ostras que sincronizan su apertura y
cierre con las mareas (que, recuerdo, están provocadas por la Luna y el
Sol). Cuando esas mismas ostras eran desplazadas miles de kilómetros y
se introducían bajo techo en un acuario (donde, recuerdo, no existen
mareas), tras un breve periodo de latencia sincronizaban su apertura
con la que correspondería a la marea del nuevo emplazamiento… si la
hubiera. ¿Cómo
detectan las ostras su nueva posición geográfica? La única explicación
plausible es que de algún modo son capaces de detectar la posición de
la Luna. ¿Cómo? Misterio. Pero desde el momento en el que un sistema
biológico se demuestra sensible a una influencia de estas
características, el argumento de la matrona citado al principio de este
artículo pierde fuerza.
LOS AÑOS DE PRÁCTICA
Por
otra parte, y esto ya es terreno personal, tantos años dedicados al
estudio más o menos intermitente de la Astrología no hacen más que
reforzarme en su validez e, importante, también a ignorar muchas
premisas que en un principio creí ciertas y que progresivamente veo
como se diluyen: por ejemplo, que el mero análisis de la carta astral
de una persona recoge su personalidad. Es verdad, dice muchísimo; pero
conocer a la persona en cuestión es esencial para entender cómo la
persona VIVE su carta, algo mucho más profundo que el mero análisis de
personalidad. Hace muchos años que no juego a “adivinar” mediante
herramientas astrológicas.
Con
esto quiero decir que no soy un mero creyente. Actualmente utilizo la
Astrología como una herramienta de (auto)conocimiento y como una de las
explicaciones del mundo que nos rodea, sometido a la implacable
dinámica de los ciclos. No como un instrumento para “adivinar” nada.
MITO 6: LOS HORÓSCOPOS DE LOS PERIÓDICOS NO COINCIDEN, LUEGO LA ASTROLOGÍA ES UNA FALACIA
He
tenido que oir muchas veces esta frase y variantes de ella. Y tras
superar mi impulso original de liarme a bofetadas, explico siempre lo
mismo:
Cuando
una disciplina está desprestigiada y/o exige un esfuerzo de años para
su comprensión, charlatanes y vividores se aprovechan de ello. Ocurre
con la Astrología pero también con la Física Cuántica. A mí me ofende
horrores cada vez que veo una supuesta revista de divulgación
científica como la Muy Interesanteaseverando en artículos cosas del
tipo: “si hacemos un nudo marinero a una supercuerda se puede viajar en
el tiempo”. No hablemos ya del new-age cuántico, que está tan de moda como mal entendido.
Pero
existe una diferencia entre la percepción popular de Física y la
Astrología. Cuando un físico en una institución educativa dice F=ma,
asumimos la afirmación como verdadera y sin rechistar basándonos en el
principio de autoridad. Cuando un astrólogo dice que los tauro somos
propensos a las enfermedades de garganta, surge toda clase de
recochineo.
No
hago con esto situar al mismo nivel a la Física y la Astrología. Para
nada. Me sitúo en el contexto de lapercepción existente sobre ambas
disciplinas. De hecho, probar que F=ma es más difícil de lo que parece.
La primera vez que medí el valor de la gravedad en mis años de
facultad, g (aprox 9,8m/s2) obtuve 2,38; y mi experimento no estaba
demasiado mal hecho (era todo culpa del rozamiento del eje de la
polea). Con ello no quiero decir que la ecuación de Newton sea falsa.
Pero si los alumnos al escuchar la ecuación se rascaran la cabeza y
fueran inmediatamente a intentar comprobarlo por sí mismos obtendríamos
un montón de físico-escépticos, al menos momentáneos.
Volviendo
a la Astrología: la ausencia de instituciones astrológicas implantadas
y organismos reguladores de la actividad hace que, como en el caso de
la Muy Interesante, se suelten toda clase de paridas sin que exista un
criterio extendido, actitud mental o bagaje popular de conocimiento
astrológico (más allá de soy de tal signo) que se dediquen a establecer
un filtro adecuado a esta información.
Así,
periódicos y revistas literalmente barajan fichas con mayor o menor
cantidad de tonterías cotidianas correspondientes a cada signo y
generan un informe al azar que se publica en el periódico cada día. Las
fichas de tauro siempre hablan de dinero y de que no seas cabezón, las
de libra de relaciones de pareja, etc… Pero les falta toda seriedad,
aun habiendo honrosas excepciones. Este
apartado no estaría completo sin contar una anécdota que me ocurrió una
noche de juerga. Resulta que me presentaron en un bar a la que, por lo
visto, era una “gran astróloga” que tenía mucha curiosidad por hablar
conmigo. La “gran astróloga” era “gran” porque se dedicaba a interpolar
los enunciados de la sección del horóscopo de distintos periódicos y
revistas, como ella misma me explicó durante el primer minuto de
conversación. Con un panorama humano así, no me extraña que la
Astrología acabe siendo una disciplina tan vilipendiada.
EL NUEVO SIGNO OFIUCO, ESA ESTUPIDEZ
Algunos supuestos astrólogos encima echan leña a la hoguera y se sacan estupideces como la aparición del“nuevo signo” Ofiuco que, madredediós, ya aparece hasta en la posición de las Lunas que publica elCalendario Zaragozano. Ofiuco
está muy bien para causar polémica, ganar fama y vender muchos libros.
Pero es una patada de base a los fundamentos geómetricos y simbólicos
de la Astrología y supone un total desconocimiento/desprecio de la
disciplina. Insisto: No
existe conexión real entre el dibujo/posición de las constelaciones y
el zodiaco. El “nuevo signo” Ofiuco es una perversión inventada
por morningsingers diversos que se alimentan de la ignorancia y
credulidad del público. Punto.
MITO 7: PERSONAS DEL MISMO SIGNO DEBERÍAN SER ESENCIALMENTE IGUALES, Y NO LO SON
En este punto confluyen tres factores que por lo general son ignorados por el lego. En
primer lugar, el signo de una persona sólo denota la posición del Sol
en el momento de su nacimiento, ignorando todos los demás cuerpos
implicados. Incluso dentro del mismo signo hay variantes según se sea
del principio, mitad o final del signo.
En
segundo lugar, la carta astral de una persona es una red tupida de
relaciones planetarias que fluctúan a lo largo de la vida de la
persona, no una monolítica programación. Unos planetas tienen más
actividad que otros y a veces es muy difícil determinar cuales
predominan. En
tercer lugar, que mucha gente asume que la acción y posiciones de los
planetas implican relaciones lineales o graduales. Error: minutos de
diferencia en el nacimiento puede implicar diferencias drásticas en el
sentido de la carta o en la actividad o cualidad de determinados
planetas. En mi propio caso, menos de una décima de grado en la
posición de Júpiter en mi carta astral suponen una diferencia
cualitativa abismal en mi vivencia de ese planeta. De haber nacido sólo
un minuto después probablemente sería una persona muy distinta.
Los
astrólogos recurrimos, de hecho, a una técnica llamada rectificación.
Si conocemos a una persona lo bastante y sabemos su hora aproximada de
nacimiento, es posible en muchas ocasiones ajustar la carta al minuto.
Cuando esto se consigue, o cuando se conoce a priori la hora exacta de
nacimiento, el grado de precisión de la carta astral es máximo.
Aun
así, existen casos excepcionales en el que personas nacidas el mismo
día y en el mismo lugar —suponemos también que exactamente en el mismo
momento— han tenido vidas paralelas. Es el caso de Humberto I de Italia y su doble. Reproducimos el texto de este enlace:
El
28 de julio de 1900, el rey
Humberto I se encontraba cenando en un
restaurante de la localidad de Monza, a la que había
acudido para presidir un concurso de atletismo que
allí se celebraba. En ese restaurante, tuvo la
sorpresa de su vida: el dueño, que había
acudido personalmente a darle la
bienvenida a su establecimiento, era físicamente
idéntico a él… hasta el punto de que los
presentes creyeron ver gemelos que solo
sedistinguían por sus trajes. Intrigado por
semejante encuentro, el rey le preguntó
por detalles de su vida: resultó
llamarse igual que él, habían nacido en la
misma fecha y misma ciudad (Turín, la vieja
capital de los Duques de Saboya) y sus esposas llevaban
el mismo nombre de pila, Margherita, con las que se
habían casado el mismo día. Como guinda
final a tal cúmulo de
extrañas coincidencias, resultó que
Humberto I había sido proclamado rey
el mismo día enque su alter ego (o
su Doppelgänger como dirían los alemanes)
inauguraba su restaurante.
Muy divertido, el monarca salió del restaurante
despidiéndose calurosamente del dueño e
invitándole formalmente a que viera con
él, la competición que iba a celebrarse en el
estadio, desde el mismo palco. Las curiosas coincidencias fueron
prontamente contadas a todo el
séquito que acompañaba al rey.
Al día siguiente,
acudió al evento por el
cual se encontraba en Monza. En el curso del
mismo, el monarca se extrañó al ver
que el asiento que había reservado a
su doble seguía vacío. Poco después
su ayudante, con gravedad, le comunicó que
su invitado Humberto, el dueño del
restaurante donde habían cenado la
noche anterior, acababa de fallecer asesinado de un
pistoletazo a las puertas del estadio. El soberano, mientras
dejaba el palco y se dirigía a su carruaje,
asombrado a la par que inquieto por la
noticia, apenas pudo percatarse cómo
un anarquista italo-americano que respondía al nombre
de Gaetano Bresci surgía de entre la
multitud para dispararle tresveces casi
a bocajarro, dándole muerte.
CONCLUSIÓN
He
detallado algunos de los principales argumentos/mitos que suelen surgir
en las discusiones sobre la validez de la Astrología, expuestos desde
el punto de vista de un aficionado de años que comparte además
formación científica. No
es mi intención tanto convencer (ese no es mi problema, es tuyo) como
arrojar luz, desde mi experiencia y formación dual, sobre polémicas y
discusiones que son en el fondo espúreas cuando no un mero diálogo de
sordos.
Desde
aquí he querido tanto criticar al científico cerrado de mollera lleno
de autosuficiencia como al charlatán de
feria me-invento-un-signo-nuevo o al astrólogo “creyente” que no
cuestiona su propia disciplina. Ni
la Ciencia, con mayúsculas, abarca todo, conoce todo o está completa,
ni la Astrología puede renunciar a la busca de unos cimientos sólidos
desde los que despojarse de todo lo accesorio y erróneo, así como de
los complejos. Para
mí, el descubrimiento de la Astrología supuso uno de los mayores
hallazgos intelectuales de mi vida; y llegó en un momento en el que mi
admiración y pasión por la Ciencia estaba en crisis. Notaba que faltaba
algo, que el átomo y las supernovas se podían reducir a ecuaciones,
pero que en el mundo de el medio, el humano, el de las turbulencias,
faltaba algo, por no decir todo.
No puedo resumir en un párrafo, o
incluso en un artículo entero, la satisfacción personal que supone el
poder compartir e integrar dentro de mi cabeza ambas explicaciones del
mundo, la astrológica y la científica.
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