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SOLSTICIO DE VERANO
y NOCHE DE SAN JUAN |
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Grupo M.A.I.S. TOLTEKAHIOTL.
A.C.
"Mancomunidad de la Amerrikua
Iniciática
Solar"
Xalapa - Veracruz,
México.
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El 20 de junio se celebra
en el hemisferio norte, el día más largo del año.
Definitivamente no es un
día como los demás, la naturaleza, el hombre y las estrellas se disponen a
celebrar una fiesta, cargada de gran poder y magia. Hadas y deidades de la
naturaleza andan sueltos por los campos; los agricultores dan gracias por el
verano, las cosechas, las frutas y por disponer de más horas para cumplir con
sus tareas y entregarse a la diversión. También es el momento justo para
pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres; además se
debe comenzar a almacenar alimentos para pasar el otoño y el invierno.
La celebración del
solsticio de verano, es tan antigua como la misma humanidad. En un principio se
creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha,
los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de
toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, o 20 de junio, para
simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se
encendían fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en
la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con
antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los
campos.
A menudo se bailaba y
saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias
demoníacas y asegurar el renacimiento del sol.
Se puede decir que todo
empezó hace cerca de 5 mil años, cuando nuestros antepasados, tan amigos de
observar las estrellas, se dieron cuenta que en determinada época del año el
Sol se mueve desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio,
hasta una posición perpendicular sobre el trópico de Cáncer. A estos días
extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y
verano, los cuales ocurren los días diciembre 21 y junio 21 respectivamente.
Estas fechas corresponden al hemisferio norte, pues en el sur es al contrario.
El día que veremos al sol ponerse más al sur es el 21 de diciembre y el día que
lo veremos ponerse más al norte es el 21 de junio.
“Las fechas mencionadas son
las típicas, pero puede ser que en un año determinado caiga un día antes o
después, debido a las irregularidades del calendario, como los años
bisiestos”. Hablando propiamente del solsticio de verano, en esta fecha el eje
de la tierra está inclinado 23,5 grados hacia el sol. Esto ocasiona que, en el
hemisferio norte, el 21 de junio sea el día más largo del año.
En los antiguos mitos griegos a los
solsticios se les llamaba “puertas”
y, en parte, no les faltaba razón. La
“puerta de los hombres”, según estas creencias helénicas, correspondía al
solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) a diferencia de “la puerta de
los dioses” del solsticio de invierno (del 21 al 22 de
diciembre).
SOLSTICIO DE VERANO Y DE INVIERNO
Hay dos
momentos del año en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de
la Tierra es
máxima. Son los llamados solsticios. El de verano es el gran momento del curso
solar y -a partir de ese punto- comienza a declinar. Antes de cristianizarse
esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para
ayudar al Sol en un acto simbólico con la finalidad de que “no perdiera
fuerzas”. En su conciencia interna sabían que el fuego destruye lo malo y lo
dañino. Posteriormente, el hombre seguía destruyendo los hechizos con
fuego.
Se ha asociado esta festividad al solsticio
de verano, pero esto tan solo es cierto para la mitad del mundo o, mejor dicho,
para los habitantes que viven por encima del ecuador (en el hemisferio norte) ya
que para los del sur el solsticio es el de invierno y ni tan siquiera para todos
ellos pues la fiesta de San Juan es patrimonio del mundo cristiano.
Aunque no
crean que en los países orientales, con ritos y creencias distintas, no se
celebran estas fiestas conservando en todas ellas la misma esencia: rendir un
homenaje al Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo: en el
hemisferio norte es el día más largo y, por consiguiente, el poder de las
tinieblas tiene su reinado más corto y en el hemisferio sur ocurre todo lo
contrario. En cualquier caso al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga
todo su vigor.
Este simbolismo era compartido por pueblos
distantes, separados por el océano Atlántico. Es el caso de los viejos incas en
Perú. Los dos festivales primordiales del mundo incaico eran el
Capac-Raymi
(o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y
el que se celebraba cada 24 de junio, el
Inti-Raymi
(o la fiesta del Sol) en la impresionante
explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. Justo en el momento de la salida
del astro rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba:
“¡Oh,
mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!”
Este gran festival se sigue practicando y
representando hoy en día para conmemorar la llegada del solsticio de invierno,
con un claro tinte turístico. Los habitantes de la zona se engalanan con sus
mejores prendas al estilo de sus antepasados quechuas y recrean el rito inca tal
y como se realizaba (más o menos) durante el apogeo del
Tahuantinsuyo.
ORÍGENES PAGANOS
Ni que decir tiene que
esta fiesta solsticial es muy anterior a la religión católica o mahometana.
Uno de los antecedentes que se puede buscar a esta festividad es la
celebración celta del Beltaine,
que se realizaba el primero de mayo. El
nombre significaba “fuego de Bel” o “bello fuego” y era un festival anual en
honor al dios Belenos. Durante el Beltaine se encendían hogueras que eran
coronadas por los más arriesgados con largas pértigas. Después los druidas
hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las
enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y no
dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran mejor
atendidas.
Otra de las raíces de tan singular noche hay
que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se
celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter
purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas
fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas.
Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a la hierbas recogidas en
aquellos días. El cristianismo fue experto en reciclar viejos cultos
paganos.
SÚBITAS APARICIONES Y DESAPARICIONES
En
algunas leyendas piadosas, hasta los santos aprovechan la víspera de este día
para trasladarse milagrosamente a otra parte. En nuestro mundo terrenal,
encontramos muchos casos de desapariciones bastante enigmáticas, esa noche se
abran las puertas interdimensionales, así como los
encantamientos.
NOCHE DE SAN JUAN
Esta es una fecha en la que numerosas
leyendas fantásticas son unánimes al decir que es un período en el que se
abren de par en par las invisibles puertas del “otro lado del espejo”: se
permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus
prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas
merced a un embrujo, ensalmo o maldición; braman los cuélebres (dragones) y
vuelan los “caballucos del diablo”; salen a dar un vespertino paseo a la luz de
la Luna seres
femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables moradas; afloran enjambres
de raros espíritus duendiles amparados en la oscuridad de la noche y en los
matorrales; las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su
áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el
guante; las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las
despose; las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las
salutíferas centuplican sus virtudes (buen día para recolectar plantas
medicinales en el campo); los tesoros se remueven en las entrañas de
la Tierra y las
losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre
mortal deje de ser, al menos, pobre; el rocío cura ciento y una enfermedades
y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo; los
helechos florecen al dar las doce campanadas...
En definitiva, la atmósfera se carga de un
aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta y es el momento
propicio para estremecernos, ilusionarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o
amigos toda clase de cuentos, anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que nos
sepamos.
Esta noche se abre la
puerta que nos introduce al conocimiento del futuro y a las dimensiones mágicas
de la realidad. Es la noche en que los entierros arden, el Diablo
anda suelto y los campos son bendecidos por el
Bautista. En la mañana, muy temprano la gente
se lava el pelo y la cara con las aguas bendecidas y comienza a llamar, tres
veces consecutivas:
-¡San Juan!, ¡San Juan!,
dame milcao (guiso de papas con manteca) yo te daré
pan.
La noche anterior dos han
sido los eventos más importantes: el baile del fuego y las pruebas. Algunas de
estas pruebas son:
- La joven que sale al
amanecer y se encuentra con un perro su marido será un goloso perro durante su
vida
- Al salir, después de
las 12, se encuentra con un gato negro es mala suerte para el futuro, felicidad
si el gato es de otro color.
- Si a medianoche se
hace una cruz en los árboles, producirán el doble.
- Si a las 12, mira la
luna y después la higuera, la verá florecer.
- La higuera y el
“pesebre” (helecho) florecen esta noche. Quien posea una de estas flores será
muy afortunado.
- Quien vea florecer la
hierbabuena esta noche será muy afortunado siempre que lo mantenga en
secreto.
- En la víspera se
planta la flor de la hortensia, en un tarro con tierra y agua. Luego se le hace
un pedido poniendo fe en el bautismo de San Juan.
- Hay que lavarse las
manos con agua de manantial para mantenerse joven y el cabello para conservarlo
hermoso. Esa noche las aguas están benditas por el
Bautista.
- Cuando llueve esa
noche o al día siguiente, va a haber abundancia de
manzanas.
- Antes de la salida
del sol hay que regar los árboles con agua de manantial, para que den bastante
fruta durante el año.
- Para tener buena
siembra hay que tirar un pedazo de vela la noche de San
Juan.
- Para aprender a tocar
guitarra hay que colocarse durante esta noche bajo una
higuera.
La noche y el amanecer,
están dedicado a San
Juan en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas que
se manifiestan en esta mágica jornada, en la que todas las sociedades
tradicionales de Europa ponen en marcha numerosos rituales de antiguo origen y
profunda funcionalidad cultural. La fiesta no es específica de localidades
concretas, sino que se extiende por toda Europa con diversas variantes.
Un personaje–símbolo de
la cristiandad y un astro presiden la celebración.
Por una parte el Sol que, según la tradición popular,
sale bailando al amanecer del día 24. Por otra parte el santo de la fecha,
San Juan, encargado de dotar de sacralidad a la fiesta, pero que no ocupa lugar
central en los rituales.
Contando con el Sol y San
Juan como componentes básicos de la celebración, en la noche y el
amanecer sanjuaneros los hombres manipulan diversos instrumentos simbólicos con
la finalidad de luchar contra los distintos males que perjudican a los humanos,
a sus actividades y a sus bienes a lo largo del año.
Fecha de transición
astral que anuncia diversos cambios en la naturaleza equivale a una ruptura de
orden cósmica propiciadora de emergencias del inframundo. Por eso la noche de
San Juan es noche de brujas, entes que pueden provocar numerosos males a los
humanos.
La
Noche de San Juan, la de las tradiciones
mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche. Los
ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido pequeños objetos,
conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo de hacer
desaparecer los malos espíritus.
La tradición de enramar
las fuentes está relacionada con la prosperidad, la abundancia y la fecundidad. La
tradición dice que al amanecer del primer día de verano, las mujeres recogían
de las fuentes la flor del agua con la esperanza de encontrar pareja, concebir
hijos o hacerse con poderes curativos. Al amanecer, cuando las mujeres iban
a la fuente, se cantaba a la flor del agua.
¿POR QUÉ SAN JUAN BAUTISTA?
San Lucas narra
en su Evangelio que María, en los días siguientes a la Anunciación,
fue a
visitar a su prima
Isabel cuando ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Por
lo tanto, fue fácil fijar la solemnidad del Bautista en el octavo mes de las
candelas de junio, seis meses antes del nacimiento de Cristo.
(de hoy en seis meses - el 24 de diciembre
- estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor,
Jesús).
Desde entonces se señaló esta noche como
la de San
Juan, muy próxima al solsticio de verano que ha heredado una
serie de prácticas, ritos, tradiciones y costumbres cuyos orígenes son
inmemoriales en toda Europa y se han extendido por muchos pueblos de
América. Lo paradójico del asunto es que el 24 de junio se celebra la fecha
del nacimiento del Bautista, que en realidad no debería festejarse porque de
los Santos siempre se recuerda el día de su
muerte. San Agustín hace la observación de que
la Iglesia
celebra la fiesta de los santos en el día de su muerte, pero que en el caso de
San Juan Bautista, hace una excepción y le conmemora el día de su nacimiento,
porque fue santificado en el vientre de su madre y vino al mundo sin culpa. Es
digno celebrarse su nacimiento, ya que fue motivo de inmensa alegría para la
humanidad tener entre sus miembros al que iba a anunciar la proximidad de
la
Redención.
En el Evangelio de San Lucas se cuenta que
su padre, el sacerdote Zacarías, había perdido la voz por dudar de su mujer,
Isabel, estuviera en cinta. Sin embargo en el momento de nacer San Juan la
recuperó milagrosamente, como se lo había predicho el ángel Gabriel. Rebosante
de alegría, la tradición religiosa dice que encendió hogueras para anunciar
a parientes y
amigos la noticia.
Cuando siglos
después se cristianizó esta fiesta, la noche del 23 al 24 de junio se
convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar por eso su aura
mágica. Cuando el portavoz de la Redención nació, y
Zacarías escribió en una tablilla: “Su nombre es Juan”, el sacerdote recuperó
inmediatamente el habla y entonó el hermoso himno de amor y agradecimiento
conocido como “Benedictus”, que la Iglesia repite a diario en su oficio.
El capítulo primero del
evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan:
Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían
hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el
Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.
Al verlo se asustó, mas
el ángel le dijo: “No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás
al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien
pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde
el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para
Dios”.
Pero Zacarías respondió
al ángel: “¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y
yo también?”.
El ángel le dijo: “Yo soy
Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta
nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y
no volverás a hablar hasta que todo esto se
cumpla”.
Seis meses después, el
mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre
del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima
Isabel.
Llena de gozo corrió a
ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo
entrado en su casa la
saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el
vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al
contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la
Virgen.
También Santa Isabel se
sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: “Bendita tú
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me
viene a mí tanta dicha de que la
Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la
voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se
puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque
sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor”.
Y permaneció la
Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta
que nació San Juan.
De la infancia de San
Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al
desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le
acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la
penitencia y a la oración.
Como vestido sólo llevaba
una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a
su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel
silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de
Dios.
Cuando Juan tenía más o
menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu
Santo, para predicar un bautismo de penitencia.
Juan no conocía a Jesús;
pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal
para que lo reconociera: “Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de
paloma, Ese es”.
Habiendo llegado al
Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de
penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque
yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de
Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo
árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al
fuego”.
Y las gentes le
preguntaron: “¿Qué es lo que debemos hacer?”. Y contestaba: “El que tenga dos
túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que
haga lo mismo”…
“Yo a la verdad os
bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después
de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa
de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…”
Los judíos empezaron a
sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a
preguntarle “¿Tu quién eres?” El confesó claramente: “Yo no soy el Cristo”
Insistieron: “¿Pues cómo bautizas?” Respondió Juan, diciendo: “Yo bautizo con
agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el
que ha de venir después de mí…”
Por este tiempo vino
Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía
a ello diciendo: “¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual
respondió Jesús, diciendo: “Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que
nosotros cumplamos toda justicia”. Entonces Juan condescendió con
El.
Habiendo sido bautizado
Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los
cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y
permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía:
“Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis
complacencias”.
Al día siguiente vio Juan
a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: “He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien
yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque
existía antes que yo”.
Entonces Juan atestiguó,
diciendo: “He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse
sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me
dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El,
ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso
doy testimonio de que El es el Hijo de Dios”.
Herodías era la mujer de
Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con
Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: “No te es lícito
tener por mujer a la que es de tu hermano”; y le echaba en cara las cosas malas
que había hecho.
Entonces Herodes,
instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso,
queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le
protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le
decía.
Herodías le odiaba a
muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez
temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el
consejo de Juan. Sin comprenderlo, ella
iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la
indisolubilidad del matrimonio y en contra del
divorcio.
Estando Juan en la cárcel
y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó
a El para que El mismo los fortaleciera en la
fe. Llegando donde El estaba,
le preguntaron diciendo: “Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si
eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a
otro”.
En aquel momento curó
Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: “Id y contad a Juan las
cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen,
los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el
Evangelio…”
Así que fueron los
discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: “¿Qué salisteis a ver en el desierto?
¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si,
ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está
escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el
camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor
que Juan el Bautista…”
Llegó el cumpleaños de
Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y
al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos,
de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio
Herodes.
Entonces el rey juró a la
muchacha: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi
reino”. Ella salió fuera y
preguntó a su madre: “¿Qué le pediré?” La adúltera, que vio la ocasión de
conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: “Pídele la cabeza de Juan el
Bautista”. La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: “Quiero que me
des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista”.
Entonces se dio cuenta el
rey de su error, y se pudo muy triste porque temía matar al Bautista; pero a
causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal,
ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la
cabeza de Juan en la forma que ella lo había
solicitado.
El sepulcro del Bautista,
junto con los de Elíseo y Abdía, fue venerado en la ciudad de Samaría hasta el
siglo IV, cuando Julián el Apóstata hizo que sus restos mortales fuesen
diseminados. La
Iglesia católica celebra el 24 de junio el nacimiento de San
Juan Bautista y el 29 de agosto conmemora su
decapitación.
Oración: “Gloriosísimo
San Juan Bautista, precursor de mi Señor Jesucristo, lucero hermoso del mejor
sol, trompeta del Cielo, voz del verbo eterno, sois el mayor de los santos y
abanderado del Rey de la
Gloria; más hijo de la gracia que de la naturaleza y por todas
las razones, príncipe poderosísimo en el Cielo; Otorgadme el favor que os pido
_____________, si fuere conveniente para mi salvación; y si no para mi perfecta resignación,
con abundante gracia; que haciéndome amigo de Dios, me aseguré las felicidades
eternas de la Gloría.
Amén.”
El nombre JUAN:
Procede del hebreo Yo-hasnam, con el
significado de “Dios es misericordioso”. Otra etimología muy cercana es
la de Jo-hanan o Jo-hannes, que significa “Dios está a mi favor”.
Empezando por san Juan Bautista, la personalidad de los santos y otros hombres
insignes que han llevado este nombre, es inconmensurable.
San Juan Bautista es el príncipe
del santoral cristiano: es el único santo del que se celebra el nacimiento y
no la muerte, y su fiesta, el 24 de junio, es una fiesta solar, de luz y de
fuego, decantación de los más antiguos ritos de la humanidad en la más grande de
todas las fiestas. Mientras Jesús ocupa el solsticio de invierno
(la Iglesia
optó por cambiar su titular, al ver que era imposible suprimir estas fiestas),
san Juan toma posesión del solsticio de verano porque fue imposible erradicar
las ancestrales celebraciones solares. Y fue precisamente el hecho de la
vinculación de su nombre a las fiestas más esplendorosas y más vitalistas, lo
que elevó su prestigio hasta límites que sólo milenios de historia pueden
explicar. Pero no es gratuita la coincidencia entre el ancestral culto solar y
san Juan Bautista.
El personaje es de una gran talla: es un Sol menor que abre
camino al gran Sol que es Cristo, con una firmeza que hace temblar al mismo rey
Herodes. Tenía el Bautista una misión, y nada le acobardó. Preparaba los caminos
del Señor. Era La
Voz que clamaba en el desierto. No se callaba cuando no se debe
callar: cuando veía los abusos del poder, no giraba la cabeza, aunque no le
afectasen directamente; por eso acabó su cabeza servida en la bandeja de Salomé.
Una cabeza que el mismo Herodes valoró en la mitad de su reino. San Juan
Bautista abrió de par en par las puertas del cielo a los Juanes, que tras él
entraron en legión: san Juan Evangelista, el discípulo predilecto de Jesús; san
Juan Crisóstomo, uno de los más grandes oradores de todos los tiempos; san Juan
Bautista de la
Salle, fundador de las Escuelas Cristianas; san Juan de
la Cruz, el poeta
que divinizó el amor humano y humanizó el amor divino; san Juan I Papa,
iniciador de la serie de grandes papas que llegó hasta el humanísimo Juan XXIII;
san Juan de Dios, fundador de los Hermanos Hospitalarios, y así hasta ciento
veinte santos.
El nombre de Juan tiene un encanto y una virtud invencibles. Se
impone con la fuerza positiva del mismo Sol, con la viveza del fuego, con la
fecundidad de la verbena. “Entre los nacidos de mujer, nadie más grande que Juan
el Bautista”.
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junio de 2016
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