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¿CÓMO ABORDAR EL ESTUDIO DEL INCONSCIENTE DESDE EL VASTO ENCUADRE DE LA ASTROLOGÍA?

Por  astr. Rosa Pezzuti - 
La Palma, Islas Canarias
En la Astrología, Saturno, de acuerdo con la tradición, representa la estabilidad, el orden, la mente concreta, el límite preestablecido; lo que psicológicamente está relacionado con nuestro ego, con los patrones fijos, es decir, el consciente. Lo consiente, utilizado por Sigmund Freud, indica el conjunto de vivencias de las que el sujeto puede dar cuenta mediante un acto de percepción interna. Para el psicoanálisis, lo consciente designa la capa más superficial de la mente, poniendo el acento en el valor que tiene el inconsciente en la vida del sujeto, en particular,  lo relativo a la esfera de las emociones, porque es allí donde residen los impulsos y los deseos reprimidos u ocultos.  Ahora bien, para alcanzar el inconsciente es necesario salir de nuestros límites personales, ir más allá de las fronteras; en otras palabras, se trata de traspasar los linderos gobernados  por Saturno en un determinado sector de la carta, que, a simple vista, parecen infranqueables, para contactar y abrirnos a lo desconocido, ilimitado, profundo y, a la vez, desconcertante (desconcertante para una mente que se asoma y solo ve el abismo)

Para aventurarnos en este fascinante, pero a la vez complejo mundo del inconsciente, es preciso volver la mirada al lento desplazamiento de Urano, Neptuno y Plutón; son ellos quienes nos muestran, a través de las vivencias, el pausado proceso de nuestras energías interiores. Las funciones específicas desempeñadas por estos tres planetas están permanentemente tratando de abrirse paso hacia la conciencia, para lograr algún tipo de satisfacción  bien sea fragmentada o sustitutiva y aunque dichas funciones no siempre sean claras y se mezclen.

Este es el desafío que, generalmente, se presenta en los análisis de las cartas natales, en los que estos planetas aparecen muy activos. Se nos pide asumir el reto, de concentrar esfuerzos en superar obstáculos propios, interiores, armonizando y, a veces, acelerando los acontecimientos al fin de llegar a las metas anheladas.

Interiormente, tenemos como tarea, según el sector señalado en la carta, aprender a expandirnos más allá de los límites que las costumbres y los hábitos nos habían señalado de antemano. Estas facultades están contenidas en el potencial de nuestro inconsciente que, astrológicamente, se resume en los planetas transaturninos.

En la práctica, profundizando en el contenido del rádix, uno se encuentra que son pocos los casos en los que se tiene una adecuada preparación para aprovechar estas oportunidades de alinear su mente consciente con sus motivaciones inconscientes y sus intenciones.

Lo que encontramos, en realidad, es incertidumbre, ya que estas energías rompen con la estabilidad, impulsan al cambio, a la depuración, elevación y transformación. Es la desarmonía entre estas fuerzas, entre si tan complejas y, a veces, extrañas para quienes deban afrontarlas por primera vez, la causante de tanta turbación y complejos no resueltos.

Empecemos por el análisis de Urano, que, astrológicamente, nos proporciona la originalidad, la expansión, la creatividad. El análisis que, hasta ahora, hemos realizado encuentra aquí su razón. Sin Urano no reemplazaríamos una visión estrecha, limitada, esquemática, por otra expansiva, maleable. Cuando nos encontramos con la fuerte influencia uraniana, pero acompañada por unas pobres funciones intelectuales, generalmente, el resultado es una dificultad para expresar algo coherente y realizable, no es imposible, pero requiere de mayor esfuerzo.

Pasemos ahora a Neptuno. Este planeta simboliza la elevación mística para expresar su idealismo, la ubicación en la carta natal nos revelará su nivel de percepción intuitiva, su capacidad para soñar.

Presupone no sólo una bien elaborada ruptura con lo conocido, sino que, además, necesita asentarse sobre procesos afectivos debidamente depurados. La disolución del yo no tiene sentido si sólo se hace en función de huir o negar la realidad, si bien en la base de estos anhelos hay una necesidad de alcanzar la unidad, de ser parte de un todo, ésta debe ser lograda conscientemente.

Los desafíos de estos planetas aparecen, entonces, claros. O se es capaz de elevarse en un vuelo místico, consciente, o se desciende al abismo de la droga y el alcohol. En este último caso, el individuo entra en un ciclo de disolución de la consciencia y con ella a problemas existenciales.

Con el planeta Plutón existe una necesidad más profunda y compleja de remover los obstáculos que están ocultos, a fin de eliminarlos y recién, entonces, procurar establecer un nuevo orden.

Se pone en juego la necesidad de orientar este proceso apoyándonos en el uso de nuestra capacidad creativa, de aprender qué hacer con nuestro potencial. El trabajo consiste en poner en marcha esas potencialidades que están marcadas por nuestra carta natal, trabajando el poder de un estado de consciencia superior a fin de poder expresarse.

En la actualidad, querer resumir una historia, un complejo, por el mero hecho de la existencia de un padre limitador y estricto es, ciertamente, insuficiente y de nada sirve poner a la persona en contra de sus progenitores. La tarea del astrólogo, aquí, es tratar de orientar al individuo para que el aspecto creativo y trascendente se asiente sobre formas lúcidas bien conscientes. Comprender, analizar y encauzar las intenciones es el primer paso para disolver las incertidumbres.

En tal caso, y sólo así, el anhelo de trascendencia y superación del yo restrictivo y castrador, marcado por Urano, Neptuno y Plutón, encontrará una vía de crecimiento proyección y no de escape o huida.
junio de 2010
Rev. Dig. UNIVERSO Nueva Era

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